DE ALEGRE COMPAÑÍA
Cada año renaces de la aparente nada, para convertirte en alegre compañía de mis soleados días de huerto veraniego. Con toda seguridad, de nacer en otro lugar, sin consideración alguna, desaparecerías junto con las malas hierbas. Pero allí, en ese lugar de cemento y mortero, mientras tu y la naturaleza lo considere, tendrás un lugar de cuidado privilegio. Al fin y a lo postre, como yo, eres una superviviente. Quizás sea esta tu grandeza.
Ahora no hay nada de ti. Ni siquiera un atisbo de esperanza de que vuelvas a aparecer. Pero no me preocupa. Sé, que cuando el calor te busque, volverás a revivir y me regalarás tu compañía en los soleados días de huerto. Y te miraré una y cien veces, para ensalzar tu floreada humildad sin importancia.
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