Si nos ceñimos a la definición de aperitivo, no es otra cosa que la comida ligera que se toma para abrir el apetito. Muy simple para prestarle excesiva atención. La cosa cambia cuando abres los cajones de la memoria. Curiosamente, no está en la "a", como correspondería, sino en la "v" de "vermúz", con acento en la "ú" y como excepción que confirma la regla. Un archivo que habla de esos "vermús" con sabor a viejo casino de pueblo de embaldosado geométrico y barra en perspectiva. De bar con olor a aceituna rellena y vinagrillo. Y si era día festivo, también a laterío.
"Vermúz" esperado de suave trago, sin prisas y con alma de viajero que sale al encuentro. Algo ligero para aliviada conversación en torno a una mesa de mármol sobre patas de hierro. Otra ronda, que ha sabido a poco. Mira que nos esperan. Pues que aguarden, que la ocasión lo requiere. Y otra ronda, que sabe a gloria. Mira que nos quitará el apetito. Que no, que lo abre, y además, qué importa si el "vermúz" no sabe de horas.
Cambiarán las modas y las formas, no así el rito. Motivo de celebración, por muchos años; de encuentro, que no tarde tanto; de dicha, que sea por siempre. Cambiarán el escenario y los años, pero no el sabor del aperitivo, de ese viejo "vermúz" con sabor a tasca y a tiempo imaginado en algún lugar que ahora es ensueño deseado.
Nota: Acabo de leer que el aperitivo en España está considerado como una tradición. Un estudio confirma que el 83% de los españoles toma aperitivo. En verano, la cifra alcanza el 91%. La bebida preferida para acompañarlo, la cerveza. En cuanto a las preferencias para abrir el apetito, las aceitunas son las favoritas; un 40% de los habituales al aperitivo las prefiere, aunque para un 34% lo mejor son las patatas bravas.
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