TRANQUILO Y REPOSADO
Sigo empeñado en visitar todos y cada uno de los municipios de la provincia de Huesca ahora que dispongo de tiempo. Tiempo, es curioso comprobar como este vocablo se redefine en función de las necesidades o del estado transitorio y emocional de cada uno. No sé por qué digo esto. Mis dedos se han ido desplazando por el teclado del ordenador como si de una ouija se tratara y formar la frase. Retomo el objetivo que no es otro que sumar una localidad altoaragonesa más a este listado de cosas que me gustan.
Tanto mi visita a Aguas como a Panzano fue fruto de la casualidad. Un imprevisible error de ruta. Así como de Panzano no tenía más referencia que la casa de las Hermanas de la Caridad de Santa Ana donde mi hija Jara ha acudido de convivencia con el colegio en un par de ocasiones, de Aguas sabía a través de una querida amiga, Merche Pérez, y de las participaciones de lotería de Navidad que cada año me ofrecía y que emitía una asociación de esta pequeña localidad.
Nada más llegar, lo primero que llama la atención es su iglesia parroquial de Santiago y su singular campanario de piedra de sillería. Un templo que fue edificado sobre planta románica y que sufriría continuas remodelaciones a lo largo de los años.
El paseo por sus calles nos hablan de un pasado esplendoroso y residencia de nobles infanzones como lo atestiguan las piedras armeras que se labran en algunas de sus fachadas. Es un transitar austero y amable en el que la vista, en esta ocasión, es la que marca el ritmo a los pasos en función de los detalles que salpican el recorrido. El día es hermosamente otoñal. El entorno es hermoso en luces y contrastes. La tranquilidad que se respira invita a alargar el momento.
Leo que Aguas, localidad que depende del municipio de Loporzano, llegó a contar con 400 habitantes a principios del siglo XX y que en la actualidad escasamente llega a los 50. Posiblemente, el lugar recibió su bautismo a través del linaje de los Aguas, familia oriunda de Francia y asentada en Aragón desde los tiempos de Jaime I el Conquistador.
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