Muchas veces los acontecimientos se precipitan de forma inesperada. Hasta en las cosas más nimias. Un cúmulo de casualidades será suficiente para que esto suceda. Me explicaré.
Una de las cosas que me gustan y que hace tiempo quiero traer a este blog es el pastel de manzana de una reconocida pastelería oscense. De hecho, hace poco pasé por delante de su escaparate y allí estaban incitándome. Hace muchos años que no los pruebo aunque conservo pefectamente su sabor y exclusiva textura. También un buen número de gratos recuerdos en torno a su presencia. Estuve tentado de comprar cuatro pero lo descarté. Recordé que estamos todos a régimen.
En esos días, mi hermano Antonio me envió por wasap una fotografía de un atractivo Apple Pie que acababa de elaborar. En esos días también, mi amigo, hermosa palabra, Miguel Ángel, me obsequió con una generosa bolsa de manzanas de un árbol de familiar historia. El cúmulo de casualidades estaba servido: mi gusto por el pastel de manzana, una imagen de un Apple Pie y, lo más importante, una buena cantidad de rojas manzanas.
La cocina me encanta y disfruto mucho con ella, si bien en materia de repostería voy bastante pez. Salvo alguna tarta de queso, poco más. Empecé a buscar recetas sobre tartas de manzana y la que más se repetía era, precisamente, la Apple Pie; la tarta que Blancanieves preparó a sus siete amigos en el cuento.
De cuantas vi, opté por la más sencilla. Además, otra de las casualidades, recordé que en la nevera había un estuche de masa quebrada adquirido recientemente. Me puse manos a la obra y en una hora tenía ante mi una horneada y aparentemente sabrosa Apple Pie. Así fue como la hice.
Ingredientes: una lámina de masa quebrada, 4 manzanas, una cucharadita de canela, 150 gramos de azúcar moreno, el zumo de un limón, una cucharada de Maicena y mantequilla.
Elaboración: Tras pelar y trocear las manzanas las depositamos en un recipiente junto con el zumo de un limón, el azúcar moreno y la Maicena. Removemos con una cuchara de madera hasta que la manzana se impregne bien. A continuación, en un molde de unos 20 cetímetros, extendemos la masa quebrada ajustándola bien a las paredes y retiramos los bordes sobrantes que guardaremos para más tarde hacer los cuadraditos de encima. Sobre la masa vamos colocando los gajos de manzana hasta cubrir toda la superficie. Finalizada esta operación, espolvoreamos un poco de azúcar moreno y canela y colocamos una láminas finas de mantequilla. Con la masa sobrante hacemos unas tiras que depositaremos sobre la tarta haciendo cuadraditos. Para acabar, derretimos mantequilla y con la ayuda de un pincel, pintamos la tarta por encima. Horneamos a 210 grados durante 30 minutos y lista. Ni un pero.
Hoy es sábado. Hace frío. Todavía quedan manzanas. Estamos todos en casa. Me apetece hacer una Apple Pie.
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