La cocina de casa hoy está contenta y feliz. Huele a fiesta, tradición y mar. Hay trajín, ruido de cacharros y curiosidad. Hoy le hemos dado la espalda a la ensalada, verduras y planchas. La cosa del comer, hoy, va de festín. Protagonistas, unas verdinas que han esperado pacientemente su momento en el frigorífico desde nuestro último viaje a Asturias. El resultado no ha podido ser más espectacular.
Las verdinas las descubrí gracias a mi hermana María Engracia, una buena hacedora en la cocina, y de la que me he apropiado un buen número de platos, además de ser una gran aficionada a la gastronomía asturiana.
De cuantas recetas que Gloria examinó para elaborar las verdinas, finalmente se decantó por la que a continuación describo y cuyo resultado fue espectacular. Ni un pero, ni una nota discordante, nada que objetar. Simple y llanamente, de matrícula de honor.
Limpiar bien los langostinos retirando el intestino y reservar. Pelar y cortar en rodajas el puerro y el resto de ajos, así como el tomate y hacer un sofrito.
Para finalizar, verter en una cazuela el sofrito al que añadiremos un poco de aceite de oliva, el jugo de las almejas e incorporar las verdinas. Rehogar todo unos minutos y añadir el caldo preparado con anterioridad hasta cubrir las judías tres dedos por encima. Espolvorear el pimentón, salar al gusto y dejar cocer a fuego medio durante una hora y media o hasta que las judías estén tiernas.
Diez minutos antes de retirar del fuego, incorporar los langostinos y las almejas. Apagar el fuego y dejar reposar unos diez minutos antes de servir.
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