O EL DÍA QUE CONOCÍ A GONZALO
¿Qué no los has probado todavía? Pues no sabes lo que te
pierdes. Tampoco es para tanto. No me puedo creer que, con lo que te gustan los
croissants, aún no los hayas probado. A lo que yo respondía: “Sí, los conozco
de oídas, pero no he tenido todavía la oportunidad de catarlos. Todo se andará
y llegará”.
Y llegó el día de comer mis primeros Manolitos. Fue en
Madrid el pasado mes de febrero. Había acudido con mi familia a la capital de
España para conocer a Gonzalo, el primer nieto de mi hermano Antonio, siempre
presente, añorado y recordado.
Quedamos con Ainara, mi sobrina y madre de la pequeña
alegría recién llegada a la vida, en una pastelería de la cadena Manolo Bakes.
El limpio, organizado y aromático establecimiento hacía presagiar un gran
momento. Tomamos asiento en torno a una mesa y mientras intentábamos, sin
éxito, ver los ojitos del dormido pequeño Gonzalo, Ainara se presentaba con una
caja surtida de también pequeños y dulces Manolitos. Si mal no recuerdo, los
croissants estaban cubiertos de chocolate negro, blanco y tres chocolates. Los
acompañé, para variar, con un café americano y me resultaron un bocado
delicioso, sabroso y jugoso. Probé cuatro de las seis variedades que había traído mi sobrina
y todas me parecieron estupendas. Tenían, aparte de su personal sabor, una
textura también distinta. Me comí cuatro, pero hubiese podido acabar con la
caja de dieciséis.
Cuando regresé a casa me interesé por saber algo más de los
populares Manolitos. Leí que su nacimiento, como acostumbra a suceder en numerosas
ocasiones, y en este caleidoscopio vital ya se han recogido un buen número, “nació
fruto de un despiste”. Según se cuenta, los Manolos Manzano, padre e hijo, en
los años 90, al preparar unos minicroissants echaron más mantequilla de la necesaria
a la masa. Como consecuencia de este despiste, descuido o equivocación,
aparecieron los Manolitos que, al ser elaborados con más mantequilla de la habitual,
adquieren una textura más abizcochada que un croissant, además de un singular
sabor.
En 2015 abriría su primer local en la ciudad de Madrid, en concreto,
en la calle Conde de Peñalver. Según pude leer en el diario digital “El Español”,
en un artículo firmado por Elena Rojo, el 29 de mayo de 2019, “Tan famosos se
volvieron, que quisieron imitarlos, aunque con poco éxito. El futbolista Álvaro
Morata junto a su padre y el empresario Pablo Nuño probaron suerte con "el
crosantino", muy parecido a estos bollos.
A pesar de las similitudes, no eran Manolitos y estos
seguían ganando adeptos. El empresario junto al futbolista, lograron convencer
a la familia Manzano para ser sus socios. En ese momento nace Manolo Bakes,
que es el nombre de las pastelerías abiertas desde 2018 donde se venden estos
dulces, mientras que en las más antiguas se mantiene el nombre de Pastelería
Manolo”.
Hay Manolitos dulces y salados. Los primeros pueden estar
cubiertos de chocolate negro, blanco, tres chocolates, de pistacho, crocanti,
bañados en crema de mocca o de galleta. En cuanto a los salados, pueden ir
rellenos de casi cualquier salmón con eneldo, paleta ibérica y tomate, pimiento
caramelizado, aguacate y pollo.
Ah! Al pequeño Gonzalo solo pudimos verle los ojos cerrados
de tan dormidito que estuvo. Antes de despedirnos, le pedí permiso a su madre
para besarle la mano. Me lo concedió. Y al besar su pequeña mano, le deseé lo mejor
en su paso por este mundo y toda la felicidad. Y con mi beso fue también el de
mi hermano Antonio, su abuelo, al que no conocerá, aunque sabrá del gran hombre
que fue.
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