SI ME LO LLEGAN A DECIR HACE UNOS AÑOS
Revisando mis archivos fotográficos en busca de imágenes
para mantener viva esta aventura de las diez mil cosas que me gustan, me he
topado con un tartar de atún rojo que nos ofrecieron a Gloria y a mí, nuestros
entrañables amigos José Luis y Julia, en la última cena que mantuvimos en su
casa. Estoy pensando que su amistad y las largas veladas en torno a una mesa en
su domicilio, algún día formarán parte de este caleidoscopio vital, por lo tanto
que me gustan.
Cuando he visto las imágenes del delicioso tartar, elaborado
por José Luis, lo primero que he pensado ha sido: “Si hace unos años me dicen que
acabaría por gustarme el pescado crudo, no hubiese dado crédito”. Yo que soy de
los de “un poco más que al punto”.
La primera vez que lo probé, no hará muchos años, fue en
Huelva. A mis sobrinos, casi hermanos por edad y por relación personal, les
encanta. En una ocasión, lo pidieron para picar, como aperitivo. Me invitaron a
probar y rechacé la invitación, aduciendo que no me gustaba el pescado crudo. Recuerdo
que hicieron una buena defensa de esta exquisitez y tal fue la insistencia, que
finalmente lo probé. Tengo que confesar que me lo llevé a la boca con muchos
reparos. E igual que digo una cosa, digo la otra; me encantó. Tanto es así, que,
desde aquel día, siempre que tengo oportunidad, pido tartar de atún o lo
hacemos en casa.
Lo cierto es que el tartar de atún rojo es un plato muy
vistoso y muy potente de sabor, gracias al cítrico, especias y salsas con las
que se condimenta, como cualquier otro tartar, ya sea de carne o pescado crudo,
picados muy finos. A pesar de su apariencia, se trata de un plato muy sencillo
de elaborar. Se puede presentar sobre tostadas de pan, en cucharitas o en forma
de timbal.
La mayoría de los platos presentan numerosas versiones y el
tartar de atún rojo no es una excepción. La receta que a continuación detallo
la saqué de un libro de cocina asiática, de cuando adquiría libros de cocina, y
me parece lo más cercano a cuantos he llegado a probar. Es la que ponemos en
casa en práctica cuando se tercia. El
que nos brindaron mis queridos José Luis y Julia lleva tomate en la base y ya
no sé que más. Inmersos en el fragor de la dialéctica, como es habitual cuando
nos reunimos, se me olvidó aquel día preguntarle cómo lo había elaborado. Solo
sé que estaba realmente fresco y delicioso. Me gustó.
Elaboración: Picar la cebolla muy fina. Reservar. Cortar en
pequeños dados el atún. Reservar. Mezclar en un bol la salsa de soja, el aceite
de sésamo y un poco de sal. Es el momento también, si se desea, de incorporar
el wasabi y el jengibre. Incorporar a la mezcla el atún y la cebolla. Remover
bien y dejar reposar durante una media hora. Cortar el aguacate en dados también
muy pequeños, ponerlos en otro bol y rociar por encima el zumo de lima, un poco
de sal y una cucharada de aceite de oliva. Remover bien.
Para emplatar: En un molde de emplatado, colocar en primer lugar
una capa de aguacate y aplasta con una cuchara ligeramente. A continuación,
disponer el atún y aplastar también ligeramente. Repetir la operación hasta
cubrir todo el molde, o poner la mitad de aguacate y la otra mitad de atún.
Dejar en el frigorífico por lo menos durante un par de
horas. Desmoldar y servir. Acompañar de pan tostado. El tartar de atún rojo se
puede elaborar de un día para otro.
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