viernes, 16 de junio de 2023

01138 El Castillo de la Alameda

 ÚNICA FORTALEZA MEDIEVAL QUE PERVIVE EN MADRID


Sus ruinas, durante muchos años, formaron parte del cotidiano paisaje urbano cuando íbamos con mi madre a visitar a mi hermano Pepe y familia a Madrid. En un principio, hasta donde me alcanza la memoria, lo que quedaba del castillo estaba sin protección alguna y prácticamente en el olvido. Tanto es así, que mi madre, siempre que lo veía, decía lo mismo: “¡Qué pena! Por supuesto, de su historia y devenir de los tiempos, por aquel entonces, no teníamos ni la menor idea. Sólo nos daba pena.

En 2008 comenzó la recuperación del castillo que contó con fondos extraordinarios del Fondo Estatal de Inversión Local, por un importe de 2,14 millones de euros. En la restauración participaron arqueólogos, arquitectos, historiadores y técnicos del Ayuntamiento y la Comunidad de Madrid. El Consistorio madrileño ya había invertido con anterioridad más de un millón de euros para excavaciones y protección de yacimientos.

Es un monumento ubicado en el distrito de Barajas y está clasificado como singular por el Plan General de Ordenación Urbana. Se trata de uno de los escasos vestigios de la arquitectura militar del siglo XV en la comunidad madrileña y forma parte del eje cultural más importante del Este de la capital. La estructura medieval y los yacimientos cercanos, que se remontan desde el 1.500 antes de Cristo la época tardorromana, se incluyen dentro del Plan de Yacimientos Visitables de la Comunidad de Madrid. Se une con un pasaje cultural que integra el Parque romántico del Capricho, el búnker y el nido de ametralladoras de la Guerra Civil del eje noreste del bando republicano y el mausoleo de los Fernán Núñez.

Construido en el siglo XV como castillo señorial, sufrió a lo largo de su historia diferentes transformaciones. Su primer morador fue el Señor de Barajas, Juan Zapata, y se ubicaba entre las aldeas medievales de la Alameda y Barajas. En el siglo XVI se transformó en un palacio renacentista, para convertirse en una de las villas de veraneo de la aristocracia madrileña. Ya, durante la Guerra Civil, fue utilizado como fortín por parte del bando republicano. Además, bajo el castillo y su entorno, existen restos de asentamientos antiguos que abarcan desde la Edad del Bronce hasta la época Romana.

El castillo de la Alameda es de pequeñas dimensiones. Su superficie interior es de aproximadamente 200 m². Presenta planta rectangular, con esquinas redondeadas. En lo que respecta a las torres, solo se mantienen en pie dos, una cuadrangular, en el ángulo noroeste, y otra cilíndrica, en el extremo opuesto

Entre las personalidades históricas que han desfilado por el castillo, bien como «prisión de notables», ​ bien como alojamiento, destaca Fernando Álvarez de Toledo y Pimentel, duque de Alba, que lo habitó en 1580 a su regreso del destierro de Uceda. Así mismo, tras casarse con Felipe III, la reina Margarita de Austria visitó el castillo en 1599 de camino a Madrid. En él murió el III duque de Osuna después de un breve cautiverio (1622-1624). Tras su fallecimiento, la condesa de Benavente, su esposa, decidió comprar las tierras adyacentes, que, con el tiempo, dieron lugar a la finca de la Alameda de Osuna.

Un incendio destruyó el castillo en 1697​ y, tras quedarse el castillo despoblado, en el siglo XVIII algunos vecinos de Alameda —ya villa— recibieron permisos para retirar piedras y otros materiales del edificio para sus propiedades. En 1777 se permitió a las religiosas del convento de Santo Domingo el Real retirar de las ruinas piedras para poder reconstruir unas tapias caídas de su viña. También, a partir de 1787, cuando se empieza a construir el parque de El Capricho, propiedad de la duquesa María Josefa Pimentel y Téllez-Girón, se usaron materiales procedentes del recinto.

Su deterioro se hizo especialmente visible en el siglo XIX, cuando fue expoliado y sus materiales empleados para la construcción del panteón de los Fernán Núñez,​ familia que heredó el título nobiliario del condado de Barajas.

En una soleada mañana de un día de marzo de 2019 visité el castillo. El recorrido es sencillo y muy didáctico. Cada parada se corresponde con un mirador, con vistas al conjunto arqueológico existente. Los paneles informativos explican la función que tenía cada parte del complejo, tanto las visibles como las que un día fueron.   

El castillo de la Alameda se puede visitar de manera gratuita, tanto la visita individual como la visita guiada.

Cuando finalicé mi visita pensé que, a mi madre, que no llegó a ver ni tan siquiera el inicio de las obras de recuperación del castillo, también le hubiese encantado como a mí. Se hubiese apeado de su pena y hubiese pronunciado: ¡Qué preciosidad!, su vocablo preferido para dar su visto bueno a las cosas.

 












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