ÚNICA FORTALEZA MEDIEVAL QUE PERVIVE EN MADRID
Sus ruinas, durante muchos años, formaron parte del
cotidiano paisaje urbano cuando íbamos con mi madre a visitar a mi hermano Pepe
y familia a Madrid. En un principio, hasta donde me alcanza la memoria, lo que
quedaba del castillo estaba sin protección alguna y prácticamente en el olvido.
Tanto es así, que mi madre, siempre que lo veía, decía lo mismo: “¡Qué pena!
Por supuesto, de su historia y devenir de los tiempos, por aquel entonces, no
teníamos ni la menor idea. Sólo nos daba pena.
En 2008 comenzó la recuperación del castillo que contó con fondos
extraordinarios del Fondo Estatal de Inversión Local, por un importe de 2,14
millones de euros. En la restauración participaron arqueólogos, arquitectos,
historiadores y técnicos del Ayuntamiento y la Comunidad de Madrid. El
Consistorio madrileño ya había invertido con anterioridad más de un millón de
euros para excavaciones y protección de yacimientos.
El castillo de la Alameda es de pequeñas dimensiones. Su
superficie interior es de aproximadamente 200 m². Presenta planta
rectangular, con esquinas redondeadas. En lo que respecta a las torres, solo se
mantienen en pie dos, una cuadrangular, en el ángulo noroeste, y otra
cilíndrica, en el extremo opuesto
Un incendio destruyó el castillo en 1697 y, tras quedarse
el castillo despoblado, en el siglo XVIII algunos vecinos de Alameda —ya
villa— recibieron permisos para retirar piedras y otros materiales del edificio
para sus propiedades. En 1777 se permitió a las religiosas del convento de
Santo Domingo el Real retirar de las ruinas piedras para poder reconstruir
unas tapias caídas de su viña. También, a partir de 1787, cuando se empieza a
construir el parque de El Capricho, propiedad de la duquesa María
Josefa Pimentel y Téllez-Girón, se usaron materiales procedentes del recinto.
En una soleada mañana de un día de marzo de 2019 visité el
castillo. El recorrido es sencillo y muy didáctico. Cada parada se corresponde
con un mirador, con vistas al conjunto arqueológico existente. Los paneles
informativos explican la función que tenía cada parte del complejo, tanto las
visibles como las que un día fueron.
El castillo de la Alameda se puede visitar de manera
gratuita, tanto la visita individual como la visita guiada.
Cuando finalicé mi visita pensé que, a mi madre, que no
llegó a ver ni tan siquiera el inicio de las obras de recuperación del castillo,
también le hubiese encantado como a mí. Se hubiese apeado de su pena y hubiese
pronunciado: ¡Qué preciosidad!, su vocablo preferido para dar su visto bueno a
las cosas.
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