PENNONIS RELLENOS
Hoy no me apetece ni siquiera apetecer. He intentado, como hago todos los días, leer, escribir, ordenar y escuchar música, pero mis pensamientos, no buenos pensamientos, se apoderan de cualquier noble actitud. Hace frío y el viento taladra mi cabeza. Los que faltaban. Ya estamos todos. Lo intento otra vez. No hay manera. De nuevo, el caos.
En días como estos urge tener un plan b. Creo que siempre para todo hay que contemplar un plan b. En este caso, mi plan b será alguna "probatina". Y qué mejor lugar que la cocina. Es un buen socorro y recurso para casi todo. Entretiene, ocupa, no preocupa, divierte, ejercita, distrae, despista y el tiempo no tiene medida salvo para las frituras y cocciones.
Abro armarios, cajones y nevera en busca de alimentos susceptibles de ensayo no probado. En la despensa podría haber algo. Miro y remiro pero no acaba de convencerme. Necesito una base. En el mueble auxiliar tampoco hay nada que me sugiera a modo de "probatina". En el armario de las pastas, harinas, sopas y varios me tropiezo con una enorme bolsa de pennonis que ni recordaba su existencia entre nosotros. Este puede ser el inicio. Inspecciono la nevera; verduras, embutidos, quesos, más quesos, mermeladas, carne envasada, restos y salchichas de frankfurt de un estupendo tamaño. Que ni pintadas. Rellenaré los pennonis con trozos de salchicha y los cubriré con una bechamel para terminar con unas motas de tomate. Espolvorearé queso rayado y unos minutos al horno.
Los haré en platos individuales. Sólo comerán Loreto y Jara. Y uno de propina por si la "probatina" es del gusto de ellas. Por algún armario de la cocina estarán los platos fuente de horno individual que utilizaba mi madre para hacer sus canelones y los huevos al plato con jamón. Algún día trasladaré esos canelones hasta este blog. Mi sobrina Gloria ya lo hizo en su blog pimenterodecolores.com y que desde aquí recomiendo emocionado.
Ya lo tengo todo. Manos a la obra. Primero hervir los pennonis. Pondré cuatro ejemplares en cada plato. Cuatro por tres, doce. Mejor quince. Siempre se rompe alguno. Y en lugar de 15 minutos de ebullición, tal y como se indica en el modo de empleo del fabricante, mejor 10. Terminarán de hacerse en el horno. Mientras tanto, prepararé una bechamel un poco espesa. La bechamel me gusta hacerla con cebolla y pasarla después por el brazo de cocina.
Ya han pasado los diez minutos desde que comenzaran a hervir los pennonis. Ha habido suerte, sólo se han roto dos. Los cuelo con mucha precaución. Todo cuidado es insuficiente. Se rompen dos tubos más. Y van cuatro. Queman. Los dejaré enfriar antes de manipularlos. De cada salchicha hago cuatro trozos y los voy introduciendo en cada pennoni. Quince menos cuatro rotos, once. El duodécimo lo montaré a base de apaños. Total, con la bechamel por encima no se notará.
Verter la bechamel por encima de los pennoni ya emplatados, unas motas de tomate, queso y a gratinar en el horno unos quince minutos. Lista la "probatina". Ya no me duele la cabeza y el viento, que aún lo oigo, hasta lo soporto.
Llegan las niñas a comer. Sobre la mesa, la sorpresa. Sólo mirar los platos, aplauden después de tantos días de verduras, lechugas, tomate y cremas. Lo prueban y me miran. Sus ojos se tornan vidriosos. No sé si de la emoción o de lo que queman. Les ha debido de gustar a tenor de cómo han dejado los platos.
Yo sí que me he emocionado!!! Un millón de besos
ResponderEliminarLos recibo aunque no se merecen. Sabes que soy un forofo de nuestro ya pimentero
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