UNA VEZ AL AÑO
Aunque me gustan a rabiar, sólo las tomo una vez al año, en torno al día de San José. También es cierto que no suelo verlas en mi rutina diaria y si en alguna ocasión se han cruzado en mi camino, no les he hecho demasiado aprecio. Y es que hay alimento que tengo asociados a determinadas fechas y no concibo tomarlos fuera de ellas. No me saben igual. Será una más de mis manías o sencillamente es que soy hombre de tradiciones.
Desde el año 1997 resido en el barrio de San José de la capital oscense. Acabo de visualizar la fecha y me ha producido un vértigo tremendo. Es una zona tranquila y cómoda de la ciudad. También céntrica, si bien en Huesca no hay distancias. En estos años no he hecho vida de barrio al uso. Tampoco he tenido mucho tiempo. Ahora que dispongo de él, recientemente me incorporé como vocal a la Asociación de Vecinos con la intención de colaborar en la medida de mis posibilidades. No obstante, y gracias a que las niñas han sido mairalesas, Loreto, infantil y mayor, y Jara, infantil con pretensión de ser mairalesa mayor en un par de años, he tenido más o menos relación con sus juntas directivas en mi papel de "padre de mairalesas". He presentado en cuatro ocasiones el acto central de las fiestas de San José y en una ocasión, incluso me atreví a hacer las veces de mantenedor a petición de mi amigo y colega Jaime Ferrer, a quien no puedo negarle nada.
Son fiestas sencillas, de ronda, baile y de encuentro vecinal en torno a viandas populares. Uno de estos agasajos es, precisamente, la torta de sardinas. Posiblemente no sean las mejores del mundo, pero sí las que mejor me sientan. Es una torta de conversación y vecindad. De trago largo y encuentro. De sonrisa y afabilidad mientras la vida nos pone al corriente. ¡Qué buena está! ¡Qué buen invento! Sabe a poco aunque es suficiente para así volverla a coger con ganas al año siguiente.
He intentado sin conseguirlo averiguar el origen de tan humilde alimento. Lo más aproximado, una vez más, tiene que ver con el aprovechamiento de los recursos en época de carestía. Eso sí, me he quedado fascinado, mientras buscaba su origen, por la variedad de tortas de sardinas existentes en función de la masa empleada o de la zona geográfica donde se elabore. Todo un mundo que dejaré pasar hasta el año que viene, en torno al día de San José.
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