Un gesto desordenado en una acción interrumpida. Una mirada vacilante, necesaria e imprecisa. También algo de extrañeza. Miro para ver si son míos, si me pertenecen o es otra casualidad encontrada. Sí, son míos. Inseguros y míos.
Todo comenzó con un clik brusco y arrastrado de algún día de monotonía invariable. De esos días en los que ya no intentas entender. Estar y sobrevivir parece ser más que suficiente. No es conformismo, tiene algo de necesitada tregua.
Miro la imagen que contra todo pronóstico se muestra nítida. Resulta curioso, parecen estar plantados ante la indecisión de si vienen o si van. De cualquier manera, es el inicio de algo. La intención hay que buscarla más arriba. Ellos tan sólo obedecen y conducen. Nada saben de voluntades ni destinos. No me extraña que cuando se empiecen a mover, lleven consigo la esperanza con la sublime e ilimitada fe que tienen los servidores voluntarios.
Son sólo pasos. Ni siquiera eso. Son aprendices de un intento de paso carentes de decisión, sin matices, ni reproches, ni de pesar siquiera. Pasos anónimos, dispuestos, todavía listos para emprender cada travesía de los días. Pisar, pasar, pasear, posar, no pensar. Son sólo pasos.

Y lo que comenzó como un error se ha convertido en curiosa costumbre. Pasos que pisan el paso del tiempo. Pasos desnudos sorprendidos a destiempo. Clik, clik, clik, clik, clik....
Y lo que comenzó como un error se ha convertido en curiosa costumbre. Pasos que pisan el paso del tiempo. Pasos desnudos sorprendidos a destiempo. Clik, clik, clik, clik, clik....
No hay comentarios:
Publicar un comentario