HOY NO ES TU DÍA
Hace días que le veo venir. Creo conocerme y a él también le conozco. Amenaza con acompañarme en mis amaneceres, en mi primer café, cuando me pongo a escribir, en ese improvisado encuentro callejero, cuando me afeito, echando un vistazo al facebook, cuando me da por pensar, en la terraza mientras miro mis pensamientos... y sobre todo, cuando le digo adiós a la noche. Allí está él, llamando a mi puerta. No puedo ni debo dejarle entrar. Nunca es buen momento y este es el peor para que se acomode entre mis cosas.
Hoy casi lo consigue. Me encontraba juntando letras. Hoy, más que en los últimos días, me costaba juntar letras. No encontraba tema, tampoco fotos y la cocina, mi lugar de todo en los últimos meses, me parecía una pesadilla. Un por qué, dos o tres para qués, media docena de dudas, un gris intenso sobre un débil horizonte y un tremendo dolor de espalda, todos juntos y en unión, casi se ponen de acuerdo para abrirle las puertas. Pero no, he estado atento. Cuando parecía que iba a traspasar el umbral, me he puesto el delantal de la improvisación y de las probatinas y le he dado con la puerta en las narices.
Estaba claro que el antídoto contra el desaliento estaba en la acción y qué mejor lugar que la cocina para poner en marcha todas las neuronas y músculos del cuerpo, sobre todo cuando estás torpe y todo se te cae al suelo.
Como digo, la cosa hoy ha ido de probatina. Y al decir de mis niñas, el resultado ha sido ¡buenísimo! No sé si la receta alguien la habrá escrito ya o escenografiado. No tengo ni idea. Para mí ha sido todo nuevo y a base de improvisación. He comenzado por pelar unas patatas y tras cortarlas no muy gruesas, la he colocado sobre una fuente para hacer una flor. Esto ya me ha animado mucho y me he venido arriba.. Con un pincel las he pintado con yema de huevo y las he metido al horno a 180º por espacio de 25 minutos. Las he sacado del horno y sobre las patatas he colocado unas rodajas de sobrasada. A la yema que me ha sobrado de pintar las patatas he añadido un huevo, lo he batido y vertido sobre la sobrasada y las patatas. He espolvoreado por encima queso de gratinar y lo he vuelto a meter al horno hasta que ha cuajado el huevo. Después he esperado de forma paciente el veredicto.
A las niñas les ha gustado la probatina, sobre todo a Jara. Para mi gusto igual le sobraba el segundo huevo y es suficiente con el sobrante de pintar las patatas. O sólo un huevo sin el sobrante. Lo repetiré de nuevo para mejorarlo.
El caso es que el momento crítico, entre pelar patatas, cómo lo hago, las fotos que he ido haciendo y la curiosidad de qué dirían las niñas, ha vuelto a ser superado. Desaliento, inténtalo en otra ocasión. Hoy no ha sido tu día.
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