lunes, 21 de marzo de 2016

00261 Complacer

UNA ACTITUD



Hace algunos días Jara me insinuó que hiciera una lasaña. Se me olvidó por completo. Ayer me lo volvió a recordar. De hoy no pasa. Me gusta complacer a la gente y sin duda alguna, a mis hijas. Creo que va en el gen de la paternidad. Algo me dice que la historia se repite.

Esto me hace recordar una conversación que hace unos años mantuve con una amiga psicóloga. No corrían buenos tiempos para mí. Algo que no viene ahora al caso me había sucedido. Tenía que ver con las relaciones humanas, siempre complejas y a menudo, difíciles de gestionar bien. De la larga conversación sacaré tan sólo un titular: "No es bueno ser tan complaciente. Se sufre mucho". Cuántas veces he recordado esa conversación y mi respuesta a tal observación: "Soy así y creo que es un poco tarde para ser de otra manera". A lo que mi amiga, en un tono muy profesional, me respondió: "Prepárate para sufrir".

El tiempo le ha dado la razón a mi querida amiga. Aunque también es cierto que hay armas en el hecho de ser complaciente que ayudan a no sufrir. Por ejemplo, no esperar nada a cambio.

Complacer es una actitud ante la vida. Así siempre lo he entendido. Me gusta complacer si eso ayuda a conformar la felicidad de los que me rodean. Para mí casi es una necesidad,  en ocasiones no siempre bien entendida. Puede que sea una derivada de mi eterna búsqueda de afectos.

Hoy he hecho una simple lasaña tan sólo por complacer. Hoy no explicaré cómo la hago. No tiene secreto alguno. Láminas de pasta sobre las que coloco un preparado de carne picada y tomate para finalizar con un generoso baño de bechamel, queso rallado y al horno.

El resultado se lo he enviado por was a Jara para que supiera lo que le esperaba en casa para comer. Es una costumbre que he tomado en las últimas semanas. La cara de alegría que me ha regalado al cruzar la puerta de la cocina ha superado con creces cualquier expectativa. Ver cómo se la comía me ha ratificado en lo hermoso,  sencillo y gratificante que es complacer sin esperar nada a cambio, aunque en esta ocasión jugara con ventaja. Sabía que unos ojos se iluminarían sobre una sonrisa de satisfacción que han complacido al complaciente.


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