miércoles, 5 de agosto de 2015

00087 Mi Terraza

ALGO MÁS QUE UNAS VISTAS

No está a pie de playa. Ni siquiera tiene vistas al mar. Tampoco se divisan espaciosos prados ni  caudalosos ríos. En un concurso de votación popular  a la mejor terraza,  dudo que pasara el primer corte. Ahora que lo pienso, tampoco la presentaría. Llevo muy mal los concursos y las competencias. Siempre ha sido así.

Tiene un pequeño sillón de dos plazas, una mesa y dos sillas. Un regalo de cumpleaños.

Me gusta vivirla y más ahora que el mundo laboral no quiere saber nada conmigo. A ella le confío, como no podría ser de otra manera, pensamientos, recuerdos, sueños y esperanzas. En ella consumo el tiempo sobrado y el tabaco que no debería fumar. Cafés, lecturas y algún que otro enfado fácil de solucionar.

Y mientras todo esto se sucede día a día, mes a mes, alzo la vista y allí está la ciudad con su compañía.  La imagen se repite. Sólo cambian la luz y mi estado de ánimo. El color y mis momentos.

Al fondo, la sierra. Hoy veraniega, mañana alba e invernal;  y un castillo, el de Montearagón, morada de reyes y anuncio de reconquista. Dominándolo todo, a la derecha, la Real Basílica de San Lorenzo, seña de identidad; y a la izquierda, la Catedral. Ya a sus pies, hasta donde permiten ver los árboles,  familiares edificios de cotidiano tránsito que alinean las transitadas y céntricas calles de la ciudad. Asoma el antiguo Seminario, también la iglesia de San Vicente o de "La Compañía", el edificio de Hacienda, el Círculo Osense o popular Casino...

Y verdeándolo todo, el Parque Miguel Servet. Escenario obligado de infancias. Antes mías, después de vigilia, ahora prestadas. Risas infantiles, juegos de adolescentes, recuerdos de columpios y verbenas. De besos, unos queridos y otros robados a la luz de la fundida farola. Lugar de paso, de recreo, de pensamiento obligado.

Suenan campanas que amortiguan el cotidiano sonido.

Cae la noche. Busco un respiro y hasta una estrella. Un café, otro cigarro y el enésimo deseo. La Ciudad de Huesca se dispone a dormir y descansar. Sólo quedan ya las luces guía por si alguno se desvela.














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