Arte y cultura. Satisfacción para quien la prepara y para quien la saborea. Placentero para los sentidos y amable para con el ánimo. Mejor improvisar y experimentar. El número ideal de participantes para un buen tapeo, 3; uno solo no es reconfortante, dos, suena a confesión, y cuatro, se me antoja multitud. Más o menos esta sería mi definición de un buen tapeo. Aunque como en todas las cosas, todo es susceptible de cambio.
La gastronomía española está viviendo un buen momento y las tapas o raciones, como parte de esta cocina, no ha querido quedarse atrás. Cada vez son más numerosos los establecimientos hosteleros que apuestan por exponer en sus mostradores creaciones propias para degustar un buen aperitivo y dejar buenas sensaciones gustativas entre sus parroquianos. O aquellos que han apostado por una tapa que les ha acarreado prestigio y fama.
Ya no sólo en el norte se tapea bien. Ahora, en cualquier rincón de España te encuentras con agradables sorpresas a la hora de tapear. (De ellas también iré dando cuenta en venideras entradas. Sumarán muchas de esta casi misión imposible de escribir sobre diez mil cosas que me gustan).
La sana práctica del tapeo va un paso más allá del hecho de introducir en el estómago tal o cual alimento para engañar al gusanillo de la "desgana". Esto estaría más ligado al también bonancible aperitivo. Tapear es algo más social, más de compartir. De ir de bar en bar, de tasca en tasca mientras se habla, se escucha y se ponen sensaciones en común. Sin prisa y con pausa. Éste creo yo que es el éxito de un buen tapeo.
De las argumentaciones que he oído y leído sobre el origen de la palabra tapa, la que más me convence es la que nos llega de la costumbre antigua de tapar las copas y los vasos de vino en las tabernas y mesones con un trozo de pan o con una rebanada de jamón, para impedir que entrasen moscas o mosquitos, o que se depositase polvo en el interior. De cómo tiene que ser una tapa, también versiones varias. Desde que es aquella que se puede comer de un bocado o bien, que se pueda servir en un plato que cubra la bebida solicitada.
Sea como fuere, tapear es siempre grato y reconfortante.
Para ilustrar esta entrada he seleccionado algunas fotografías del último concurso de tapas celebrado en la comarca oscense de la Ribagorza y del cual tuve el honor de ser miembro del jurado. En el certamen, que estuvo organizado por el Diario del AltoAragón y la Asociación Provincial de Hostelería de Huesca, entre otras entidades, participaron establecimientos de Cerler, Benasque, Castejón de Sos, Benabarre, Graus y Campo. Difícil decisión ante la calidad de todo lo presentado.
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