SEVILLANAS
Cuando visito un lugar, pueblo o ciudad, me gusta dejarme
llevar por sus productos típicos. Abrir mis sentidos a nuevos gustos y probar
el resultado de otras formas de cocinar. Salvo alguna contadísima excepción, la
experiencia hasta la fecha es deliciosa y enriquecedora.
Un ejemplo de lo dicho son las tortas de aceite sevillanas. Hasta
que supe de su existencia, había probado otras variedades de origen bien
distinto. Al fin y a la postre, una torta de aceite no es otra cosa que una elaboración
de panadería o repostería, con forma de torta, plana y redonda, que se cubre
con aceite de oliva. Y a partir de aquí, la tradición popular del lugar, introducirá
condimentos e ingredientes que marcarán su distingo con respecto al resto.
Las tortas de aceite sevillanas las conocí hace unos diez
años en mi primera incursión real a la sorprendente Andalucía. Fue en tierras
onubenses, donde pasamos unas familiares vacaciones veraniegas. No recuerdo con
exactitud cómo llegaron al apartamento. Supongo que las veríamos en algún
supermercado, nos harían gracia y acabaríamos comprándolas. De lo que sí me acuerdo
a la perfección, es del grato sabor que me dejó la primera que probé:
crujiente, dulce, suave y anisada. Y que no comí solo una, sino tres. Huelga
decir que, a partir de ese día, las tortas pasaron a convertirse en algo habitual
en nuestra cesta de la compra vacacional. Incluso nos trajimos un par de paquetes
al regreso de las vacaciones.
Ya en casa, ¡Oh, sorpresa!, un día haciendo la compra,
pudimos comprobar que en un supermercado se exhibían en sus estanterías, para
nuestra perdición, estas tortas de aceite. No diré, mentiría, que siempre las
tenemos presentes, pero sí que son motivo de algún capricho que otro. Como anécdota,
en mi último cumpleaños no hubo tarta de celebración, sino tortas de aceite
sevillanas, acompañadas de unas bolas de helado de stracciatella. Otra de mis
múltiples debilidades.
Si te animas a elaborarlas en casa, aquí va la receta.
Ingredientes: 100 gramos de aceite de oliva virgen extra, 15
gramos de anís en grano, 140 gramos de agua, 360 gramos de harina de fuerza, 20
gramos de levadura fresca, 40 ml de anís dulce de licor, 20 gramos de semillas
de sésamo, 60 gramos de azúcar, ralladura de limón, media cucharada de sal y
azúcar para espolvorear.
Elaboración: Poner en un recipiente el aceite, la ralladura
de limón, el anís en grano y calentar al microondas durante 45 segundos, con el
fin de que se caliente el aceite y se infusionen los sabores, pero sin que se
fría el aceite. A continuación, poner en un bol la harina tamizada y disolver
la levadura en un vaso de agua tibia. Una vez disuelta, añadir el licor de
anís, el aceite infusionado con la ralladura de limón y el anís en grano, el
azúcar, la sal y el sésamo. Mezclar todo bien. Hacer un volcán con la harina y
añadir todos los líquidos. Mezclar y amasar. Formar una bola, tapar con un
trapo y dejar fermentar hasta que doble su volumen. Hacer bolas de unos 50
gramos cada una. Aplastar cada bola con la palma de la mano y estirar con un
rodillo hasta dejar la masa lo más fina posible, procurando darle una forma
redondeada. Colocar las tortas sobre bandejas de horno, cubiertas con papel
sulfurizado, y espolvorear cada torta con azúcar. Pre calentar el horno a 220
grados centígrados e introducir las tortas durante 6/7 minutos o hasta que
comiencen a tomar color. Dejar enfriar y consumir.
Hoy buscando en mi agenda he visto tu nombre y he investigado si todavía tenías ese blog que con tanto cariño comenzaste hace unos años, no he tardado en encontrarlo y cuál ha sido mi alegría que veo que sigues completando tu obra en la que destaca tu excelente redacción. Gracias por no desanimarte y seguir con este fantástico blog. Un fuerte abrazo
ResponderEliminarOhhhh! Muchísimas gracias, Luis. No sabes cómo agradezco tus amables palabras. Pues sí, aunque a rachas, todavía sigo con él. Últimamente, me obligo a escribir una entrada todos los días. Soy consciente de que no lograré escribir sobre diez mil cosas que me gustan, pero intentaré acercarme a ellas lo máximo posible. Comentarios como el tuyo me obligan a seguir hacia adelante, me inyectan ilusión y cargan las pilas. Un abrazo
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