PEDIR PERDÓN
con la mirada perdida
en un enjambre de ramas.
Tu apasionada voluntad de olvidar,
inquietaba hasta las sombras
que parecían querer adueñarse del verde prado.
De ese mismo primitivo lecho
en el que solo las flores campestres
fueron testigos de nuestra festiva felicidad.
Azuzado por el recuerdo,
sentí deslizarse por mi pecho
una corriente de aire frío
De rodillas,
apreté los dientes,
tragué saliva
y tomé tu mano.
Decidido,
acerqué mi boca
hasta tus labios
pronunciando perdón.
Desolado,
me encontré tendido en el suelo,
con mis fantasmas,
sin tus labios,
con frío,
sin tus manos
y con un perdón,
jamás pronunciado.
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