jueves, 21 de noviembre de 2019

00882 La Cocina es Recuerdo

TOMATES RELLENOS DE SALSA DE ANCHOAS


Todavía puedo verle volar con su bata blanca por el pasillo, entre paciente y paciente, y dirigirse hacia la cocina para deleitarnos con alguna de sus especialidades culinarias. Aún se me representa su gigantesca figura, vista desde mi corta edad, sobre la blanca freidora sacando sabor y dorado color a buñuelos, rosquillas o a lo que se le antojara ese día.

Mi padre era, al decir de sus amigos y mis hermanos mayores, un buen "cocinetas". En casa siempre había gente y cualquier motivo era ideal para una reunión gastronómica. Lamentablemente, mis recuerdos son muy vagos, cada día más. Tenía yo nueve años cuando falleció, pero hay algunos, con sus correspondientes imágenes, que de momento siguen grabadas en mí como si fuera ayer y ajenas al paso del más de medio siglo desde aquel entonces.

No recuerdo muchas recetas suyas. Mi padre era un buen aficionado a la caza y a la pesca, así que un buen número de elaboraciones tenían que ver con codornices, perdices y truchas. Sin embargo, sí que recuerdo los olores que se desparramaban por toda la casa cuando hacía alguno de sus guisos. Me llegan imágenes de sus aves escabechadas, de una exquisita liebre con chocolate, o de sus truchas con alcaparras, sin olvidar sus buñuelos de bacalao, los huevos poché rellenos de carne, los huevos señoritos, que algún día plasmaré en este caleidoscopio vital, o sus churros y rosquillas.

Pero si hay una elaboración que para mí es imposible olvidar, esta es su "Tomate Relleno de Salsa de Anchoas". Aún teniéndolo siempre muy presente, hacía muchos años que no lo había probado. No sé el motivo. Pero este año, teniendo huerto, no había excusa. Así que un día me puse manos a la obra,  no exento de emoción y sentido recuerdo.

En primer lugar hay que elegir unos tomates maduros y hermosos. Se lavan y se les vacía la pulpa con cuidado de no romper el tomate. Introducimos las pulpas en un recipiente junto a dos buenas latas de anchoas en aceite de oliva, -para media docena de tomates-, y trituramos ayudados del brazo eléctrico de cocina. Rellenamos los tomates con la mezcla y los coronamos con un ali oli o mayonesa más bien espesa. Introducimos en el frigorífico para servir fríos. Ideal para cualquier momento del año, si bien el verano es su estación más natural y apetecible.

Mientras los elaboraba me vinieron a la memoria un buen número de recuerdos y situaciones en torno a este sabroso y refrescante plato. Y es que la cocina siempre es recuerdo.









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