lunes, 18 de noviembre de 2019

00879 De Sorpresa en Sorpresa

APARTHOTEL BÚBAL


Fue el colofón a una mañana perfecta de sorpresas y asombros en el otoño altoaragonés: Espectáculo y belleza natural allá donde dirigieras la mirada. El paisaje y los detalles, las formas y contrastes se iban almacenando en un mirar inquieto y deseoso de inesperadas imágenes. El hermoso valle de Tena volvía a invitar a ser disfrutado en toda su extensión. Apacible, apetecible y armonioso; toda una experiencia para los sentidos deseos de aprender y conocer.

Llegó la hora de alimentar el cuerpo, que el alma ya estaba algo saciada. Para dar cumplimiento a ello me dejé llevar por los gustos y el conocimiento gastronómico de la zona de mis compañeros de viaje. El destino, el restaurante "Los Artesanos" del Aparthotel Búbal. Desconocía su existencia, así que fui abierto a cualquier sorpresa. Se trataba de un complejo turístico de apartamentos con servicio de restaurante, "Los Artesanos", ubicado en las proximidades del embalse de Búbal, a unos cinco minutos de la localidad de Panticosa.

La primera visión ya me gustó; piedra y madera para su construcción y en un enclave natural, de postal. Una vez dentro del restaurante, me resultó un espacio cómodo, amplio y acogedor,  aún cuando estaba a rebosar de clientes. Lo mejor vendría después tras acceder a su gran jardín y ver todo lo que atesoraba. Era como tener reunido y recogido todo el otoño a un golpe de vista con sus olores limpios y profundos en contraste con las férreas y vigilantes montañas que en ese momento se dibujaban difuminadas por la niebla y bajas nubes. ¡Qué manera de disfrutar y curiosear! Aquí me hubiese quedado, en el silencio del color, si no es porque me llamaron para elegir mi comanda.

Me apetecía todo lo que había en el menú que proponían para este día: ensalada de queso, guiso de garbanzos, canelones, coliflor con bechamel, costillas a la plancha, merluza a la romana.... Al final me decidí por unos canelones, costillas y tarta de chocolates. El resultado, generosas raciones, bien cocinadas, sabrosas y con un buen servicio tanto en atención como en rapidez, lo que es siempre de agradecer y valorar. El menú, con café, agua, vino y gaseosa, 15 euros por cabeza.

Hablé poco en la comida, raro en mí, pero es que la vista se me iba continuamente hacia los ventanales y todo el espectáculo que a través de él se vislumbraba. Me pareció un pequeño lujo inesperado. El café, a pesar del fresquete que hacía, huelga decir que lo tomé en el jardín disfrutando del colorista panorama que terminó por atraparme. Un ¡Nano, que nos vamos! me devolvió a la ajetreada jornada. Todavía había mucho que disfrutar y muchas eran las sorpresas que me aguardaban en un día otoñal en el valle de Tena. Del Aparthotel Búbal y de su restaurante "Los Artesanos" me llevé una tarjeta y este hecho para mí, es una buena señal.














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