miércoles, 25 de enero de 2017

00420 Los Cardos Abrigados

Y EN PERFECTA FORMACIÓN



Regreso a la huerta, a esa tierra húmeda de promesas. La mañana deja pasar las horas sin bostezos y unas nubes sin amenaza que solo blanquean un cielo de espuma y estancia. Paciente calma sobre un terruño que parece adormecido. No hace frío en la queda estampa.

La ciudad, en la lejana cercanía, guarda su día festivo. El caminar se hace mirada curiosa y la vista viajera complacida. Sobra la prenda azul marino como estorba el ruido anacrónico y repentino. El espectáculo está servido. ¡Qué poco conformar tienen las jornadas en minúscula y cursiva!

Los días de apretado abrigo pronto serán humeante burbuja acompasada. Alimento de encuentro en una deseada noche de leche, harina, ajo y piñones. Lo siento, lo percibo, ya huelo el sustento humilde de reconocido e inapropiado nombre.

No sé qué tiene este paraje de mágico arraigo y contraste inusitado. Qué atracción ejerce a los afectos necesitados de regresos. Resulta maravilloso que en un rincón de alguna parte, el arropo sea un mañana cuidado y esperanzado.



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