Una pizarra negra con cinco vocales sueltas. Y un bastón de caramelo.
Un dormir en duermevela para unos pasos que no llegan. Y un bastón de caramelo.
Un sillín para dos ruedas. Y un bastón de caramelo.
Una suave caricia ilusionada. Y un bastón de caramelo.
Un disco que canta a la libertad. Y un bastón de caramelo.
Un libro que habla del mar. Y un bastón de caramelo.
Una fragancia que recuerda una edad. Y un bastón de caramelo.
Una mirada a las estrellas con la intención de despistar. Y un bastón de caramelo.
Dulce menta, despertar dulcemente tras una noche de deseos y un bastón de caramelo.
Siempre me han llamado la atención los bastones de caramelo. No sé por qué, pero su simple visión me relaja, tranquiliza y algo se remueve en mí que hace que me sienta bien. Su sola visión ensancha las comisuras de mis labios para sacarme una sonrisa infantil nada ensayada. Me resultan simpáticos y sugerentes. Me he interesado por conocer su origen, por saber de su pequeña o gran historia y me he llevado alguna que otra sorpresa.
En primer lugar, y contra todo mi pronóstico, no se trata de un típico producto americano. Este dulce hecho de caramelo duro con forma de bastón, tradicionalmente blanco y con barras rojas, y saborizado con menta, piperita o canela, nació en Europa, si bien no está muy claro cuando y dónde. He encontrado varias teorías y leyendas que paso a compartir.
En Suecia se narra la historia de una joven viuda que en 1859 comenzó a fabricar los caramelos en su casa para poder mantenerse ella y su hija, logrando obtener una licencia de fabricación de parte de las autoridades, hecho único en aquel tiempo. El caramelo se popularizó en toda la región sur de Suecio y sólo comenzó a decaer con la aparición de la fabricación industrial de las manzanas caramelizadas y los bombones de chocolate. No obstante, los bastones de caramelo siguen siendo parte de la tradición navideña sueca.
Lo que sí parece claro es que los bastones de caramelo fueron creados en Europa y que llegaron a tierras estadounidenses a través de la inmigración. No sería hasta finales del XIX cuando el candy cane empezó a estar asociado con las festividades navideñas.
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