CREMA DE MEJILLONES
Conozco a gente que aún gustándole el sabor de un alimento, lo rechazan por su color, apariencia, textura o porque desde siempre ha sido así. Sé de personas cercanas a mí que, por ejemplo, les encanta el ajo y cocinan con él, pero no son capaces de comerlo, lo apartan como si se tratase de un apestado cuando se lo encuentran en el plato. O por ejemplo, y estas son multitud, aquellas a las que les encanta el sabor y el olor del tomate, pero son incapaces de meterse un trozo en la boca. Es como si su ingesta les fuera a parar el corazón o helar la sangre. He visto hasta llorar ante la obligación, por autoritaria tozudez, de probar un trozo, un trocito de nada. No hubo manera. Sí en cambio, a estas personas les encanta el gazpacho, el salmorejo, los guisos con tomate, el zumo de tomate o el socorrido kétchup. C'est la vie.
El mejillón es uno de esos alimentos que no a todo el mundo le entra bien por los ojos. Su aspecto fuera de la concha que les protege, puede producir un "va de retro" difícil de vencer. En un punto y seguido a esta observación, hay quien llegado el caso, no desmerece su sabor si está bien disimulado. Y es aquí cuando entra una humilde y sencilla propuesta gastronómica personalmente testada en varias ocasiones. Tan sencillo como poner en el vaso de la batidora una lata de mejillones en escabeche, otra de mejillones al natural y una tarrina de queso fresco cremoso. Se tritura todo bien ayudado de la batidora hasta formar una crema con delicioso y suave sabor a mejillones. Su resultado se puede disponer sobre finas rebanadas de pan, tostiletes o pequeñas tartaletas saladas, e incluso untar en la crema crujientes patatas chips, bastoncillos o regañas.
A partir de la base mencionada de mejillones en lata y la tarrina de queso fresco cremoso, se pueden añadir gustos particulares; un poco de pimienta molida o una piparra o un poco de tomate frito... Es cuestión de probar y seguir disimulando.
No hay comentarios:
Publicar un comentario