No estaba previsto. Como tantas otras cosas, han salido al paso sin previo aviso. En esta ocasión no tiene más importancia. Se trata de globos, de simples globos que me hablan de encuentros y celebraciones. Pequeños guiños de plástico revestidos de ingenuidad. Hay otros imprevistos que duelen más y que espero no traer hasta aquí por miedo a que se queden. Esos los llevo todavía a mis espaldas a la espera de encontrar un lugar donde enterrarlos junto a la rabia que me causan.
Leo que los primeros globos fueron hechos de vejiga animal y que el globo moderno lo inventó Michael Faraday en los primeros años del siglo XIX, si bien la producción masiva no se produciría hasta la década de 1930. El globo moderno se debe a Neil Tillotson, investigador en una fábrica de neumáticos que fue despedido debido a la quiebra de la compañía.
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