DULCE Y CREMOSO
Hacía tiempo que no probaba este dulce típico de la cocina
inglesa. Mientras lo degustaba con placer, me recordaba lo poco amigo que fue en
mis días de infancia y juventud. No lo podía ni ver. Al igual que el flan, me
daba auténticas “nauseas”. Si en alguna ocasión, uno u otro, se ponían delante
de mí, por educación, acababa comiéndolos, pero sin disfrute alguno. Es más, y
mira que es difícil, hasta se me hacía bola. Es una exageración, pero sirva el
símil para constatar lo cuesta arriba que se me hacía semejante postre. Con el
tiempo, irían desapareciendo esta y otras manías.
Mi gusto por el pudin de queso me lleva a Bilbao, en mi época universitaria. Una pareja de amigos tenía por costumbre acoger en su casa a estudiantes ingleses. No les cobraban pensión ni alquiler alguno. El único compromiso adquirido era que les hablaran en inglés. La comida corría a cargo del estudiante británico de turno. En mi vida vi “fabricar” en esa casa tanto sándwich de un montón de pisos y de ingredientes con combinaciones casi imposibles. En alguna que otra ocasión, incluso llegaban a cocinar dulces: galletas, pasteles y púdines. Y fue aquí, en casa de mis amigos Ignacio y Macu, donde rompí mi maleficio con este dulce, a través de un pudin de queso que hizo una de las “inquilinas” que llegué a conocer.
En una de mis acostumbradas visitas a cada de Macu e Ignacio, llegué justo en el momento en el que se disponían
a tomar un café/té, acompañado de un pudin de queso. Como he mencionado con
anterioridad, por cortesía, que no por apetencia, lo probé y me encantó. Creo
recordar, que hasta incluso repetí. A partir de ese momento, me hice amigo del
pudin e incluso hubo una temporada que hasta lo cocinaba, con la receta
facilitada por esa inglesa y cuyo nombre ya no alcanzo a recordar.
En un principio, la masa del pudin se envolvía en un paño y
era escalfada al baño María. La bola se servía caliente. Con el paso del
tiempo, los paños serían sustituidos por moldes desmontables. También en sus
inicios, se consideraba un postre de gente sin recursos, ya que era una
elaboración de aprovechamiento, habitualmente el pan. A medida que la clase
media tuvo acceso a ingredientes como los huevos, la leche, las pasas o el
azúcar, el pudin se hizo más sofisticado.
La historia de este postre es incierta. Pero se cree que el
pudín tuvo sus orígenes en Europa durante la Edad Media. Las versiones
anteriores de este dulce eran más densas y parecidas al flan, pero conforme
pasó el tiempo la receta fue cambiando. En la actualidad tiene la consistencia
de un postre suave, hecho a base de leche, crema, azúcar, vainilla o diferentes
sabores.
Ingredientes: 100 gramos de caramelo líquido, 5 huevos, ¼ de
litro de leche entera, 300 gramos de queso crema o queso mascarpone y 90 gramos
de azúcar blanco.
Elaboración: Verter el caramelo líquido sobre un molde
rectangular y extenderlo bien por toda la base. Mezclar en el vaso de la
batidora, los huevos, la leche entera, el queso crema o el mascarpone y el
azúcar. Batir bien hasta que se integre todo. Verter la mezcla en el molde,
evitando que se mezcle con el caramelo líquido. Precalentar el horno a 180
grados centígrados. Cubrir el molde con papel de aluminio y ponerlo en una
bandeja de horno. Calentar agua y verter sobre la bandeja que soporta el molde.
Hornear durante 60 minutos y dejar enfriar dentro del horno. Una vez frío,
retirar el molde del baño María y quitar el papel de aluminio. Introducir el
molde en el frigorífico por espacio de unas 4 o 5 horas, hasta que cuaje por
completo. Transcurrido este tiempo, desmoldar y servir.
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