PARIENTE ITALIANA DEL BOCADILLO
Aunque ya conocía la focaccia, a través de
alguna esporádica ocasión en Madrid, las que hace mi hermana Gemma o las
adquiridas en algún supermercado, no fue hasta llegar a Italia, y luego en
Cerdeña, cuando disfruté de ella en toda su extensión. Las he probado sencillas
y reconocibles, contundentes, e incluso algunas, super deliciosas, difíciles de
olvidar y también de adivinar su contenido. La he comido dulce, salada, rellena, a
pellizcos, y en cualquier momento del día. Siempre apetecible.
Sus combinaciones son innumerables y muy emparentada con la
creatividad. Este pan plano, primo hermano de la pizza y emparentado con
nuestro tradicional bocadillo, es todo un símbolo de la cocina italiana. No se
conoce con exactitud su origen, si bien, los datos que se barajan, hablan de
que su nacimiento fue anterior a la popular pizza.
Existen varias leyendas al respecto. Por ejemplo, se
atribuye su origen a las zonas costeras del país. El aire salobre impedía que
el pan leudara correctamente, dar fermento a la masa con la levadura, y para
solucionar este problema, nació la focaccia. Rápidamente, se extendería por
todo el país su popularidad. Además, por sus cualidades específicas, que
favorece su conservación y almacenamiento durante varias semanas, se
convertiría en una comida perfecta para quienes debían embarcarse en alta mar.
Hay otra teoría que señala su origen en la ciudad de Recco.
Esta región fue atacada por piratas y sus habitantes tuvieron que sobrevivir
sin apenas alimentos. Con los pocos productos que disponían, elaboraron este
tipo de pan con lo que lograron vencer al hambre.
Aunque es cierto que la mayoría de las teorías atribuyen que
su origen hay que buscarlo en Italia, otras consideran que este invento nació
en las civilizaciones de los antiguos etruscos o griegos.
Elaboración: Desmenuzar en un bol la levadura fresca y añadir
el agua tibia. Mezclar bien ambos elementos hasta que la levadura se diluya.
Añadir la sal y el aceite de oliva. Remover bien. Agregar la harina con un
tamizador. Mezclar bien hasta que quede homogénea. Dejar reposar durante unos
20 minutos. Doblar la masa en forma de sobre, desde afuera hacia adentro. Dejar
reposar 20 minutos y volver a doblar del mismo modo. Dejar reposar 20 minutos
más y volver a doblar. Traspasar la masa a un bol untado con aceite de oliva y
dejar en el frigorífico, tapada con un paño, durante 24 horas. Poner papel de
horno sobre una bandeja y cubrir con aceite. Poner la masa sobre el papel y
extenderla con los dedos; desde el centro hasta los bordes de la bandeja. Hasta
aquí sería suficiente para hornear. Si se desea, se puede poner por encima de
la masa, romero, aceite de oliva y sal en escamas. Precalentar el horno a 250
grados durante unos 20 minutos, e introducir la masa. Bajar la temperatura a
230 grados y cocinar la focaccia durante unos 20 o 25 minutos.
Focaccia de atún, huevo, toma, lechuga, cebolla, jamón y salsa. Tomada en la Focacceria Milese de Alguero, en Cerdeña. |
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