MIS PEQUEÑOS TESOROS
Hacía tiempo que no salían a la mesa. Me había olvidado por
completo de ellos y mira que me gustan. No sé el motivo de este “desencuentro”
y máxime, cuando hubo un tiempo en el que llegaron a formar parte de mi dieta
diaria y hasta festiva. Tanto es así, que cuando salía de “marcha” o quedaba
para tomar algo, como se dice ahora, la ración de champiñones siempre me
acompañaba. Además de buenísimos, se adaptaban a mi siempre precaria economía.
Como subalternos, cumplen a la perfección su papel en el plato,
ya sea para colaborar con una carne o un pescado. En ensaladas, su presencia no
pasa desapercibida. Y en solitario, como protagonista, para qué contar.
Además de gustarme desde siempre, a los champiñones les
tengo mucho cariño. Sí, sí, les tengo cariño desde que era un niño. Mis tíos,
en Alcalá de Gurrea, tenían una bodega próxima a la casa familiar que, si mal
no recuerdo, estaba cavada en un pequeño montículo. Como buena bodega, en su interior,
sobre todo en verano, daba gozo visitarla para aliviarte de los calores. En invierno
era otro cantar.
Y fue aquí donde cogí “cariño” a los champiñones. Que yo
recuerde, en la bodega solo había toneles de vino y vinagre, y unas pequeñas
elevaciones de tierra de las que emergían unos diminutos champiñones, que estaban
totalmente prohibido tocarlos y mucho menos, arrancarlos, salvo que hubiese
mandato expreso de mis tíos. El día que obtenía el visado de extracción, me
sentía el niño más feliz del planeta. Mientras Julián o Segundo andaban
atareados con los toneles, yo, sutilmente, y tal y como me enseñaron a hacerlo,
iba sacando de la tierra los albos, y curiosamente inmaculados champiñones, que
luego, mi abuela Genoveva, cocinaría en tortilla o fritos con ajo y jamón.
Eran mis pequeños tesoros encontrados en una cueva que no
era de cuento y que ahora, después de tantos años, mientras escribo y rememoro,
se me eriza la piel y se me humedecen los ojos.
Nota: En esta ocasión, no comparto receta como es habitual.
Prefiero compartir solo recuerdos; gratos y buenos recuerdos.
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