CON KIKOS DE MAÍZ
Que me gustan los rebozados, cualquier tipo de rebozado, ya ha quedado escrito en alguna que otra entrada de este blog. También es cierto que intento no abusar de ellos y así, cuando se presenta la oportunidad, de tiempo en tiempo, disfruto como un niño con zapatos nuevos.
El rebozado que hoy traigo a esta ventana sabe a infancia, a tardes de parque, a velador con cerveza, a sala de cine y sentada de sillón delante del televisor. Un sabor y un olor que enganchan al gusto y olfato. Son los kikos de maíz de toda la vida, llevados a la cocina.
Intento recordar dónde y con qué probé por primera vez esta original presentación, pero no acabo de tenerlo muy claro. Hoy tengo un día repleto de olvidos. Me han dicho que es por el calor y como no me gusta discutir, le echaremos al calor la culpa.
A lo que vamos. Quizás la propuesta de langostinos rebozados con kikos de maíz no sea para darte una hartada. Creo que acabarían por cansar. Más bien es una elaboración para acompañar algunas ensaladas, cremas, brochetas o sopas frías. Su preparación es muy sencilla. En primer lugar, elegiremos unos kikos tostados y crujientes que sean fáciles de machacar en el mortero. En el mercado hay una gran variedad. Una vez tengamos bien triturados los kikos, batimos uno o dos huevos, según el número de langostinos que vayamos a preparar. Pelamos los langostinos y los pasamos primero por el huevo y luego por los kikos machacados. Ya sólo nos quedará freírlos en aceite de oliva virgen bien caliente.
Lo aconsejable es servirlos nada más sacarlos de la sartén para disfrutar del crujiente que presta esta elaboración. El resultado es curioso y agradable al paladar. En esta ocasión, se han servido para acompañar un salmorejo.
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