LLEGA UN MOMENTO EN LA VIDA...
Lo escuché muchas veces de mis sabios mayores, "llega un momento en la vida, que solo esperas que esta te regale pequeños momentos". No soy sabio y en cuanto a lo de ser mayor, hay días que ya le voy viendo los talones.
Cuando disfruto de los pequeños momentos que se acoplan a mis días sin previo anuncio, me acuerdo de la frase tantas veces escuchada y no tengo más que rubricarla y hacerla también mía. La experiencia me dice que los pequeños momentos no se buscan, ni se provocan, ni se estudian, ni se plantean. Te asaltan como una bendición, como un regalo inesperado. La caricia de un atardecer, un ojo de luz entre las nubes, un olor que trae la llave perdida de la maleta cargada de recuerdos, un paisaje que se hace un hueco en el alma, una melodía rescatada de alguna edad todavía precisa, un café prolongado, una voz que dibuja palabras, un adentro a la caja de los olvidos, una llamada certera, un cómo te va la vida... pequeños momentos que, efectivamente, son recibidos como un regalo de la vida.
Contemplo imágenes de pequeños momentos que ahora hago placenteros presentes. Un ocaso, una primavera, un agua color esmeralda, una vetusta calle, una plaza engalanada, una brisa con una banderola blanca, una montaña dormida, una pradera esperanzada y un delicioso capricho. Da igual dónde ni cuando, sí con quien. Y una luz que enaltece el momento, un pequeño momento de placentero recuerdo con sabor a mar, a ese mar que siempre arrastra.
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