De Jardiel Poncela, por aquel entonces, apenas sabía de su existencia. Casona, Arthur Miller, Arrabal, Buero Vallejo, Dragún, Tennesse Williams, Francisco Nieva, Antonio Gala o Shakespeare formaban parte de mi ansiada lectura diaria, con la que de paso intentaba ponerme en la piel de algunos de sus personajes.
Una tarde, de improvisto, llegó a mí el citado libro de duras tapas rojas y letras doradas. Cuando llegué a casa lo deposité sobre la mesilla de noche. Allí quedaría varios días hasta que sintiera curiosidad por su contenido. Hubieran sido más a no ser de un encuentro, también imprevisto, con la amiga benefactora del ejemplar. Me preguntó si me había gustado. Cuan Pinocho, le dije que sí, que me había fascinado. De una sentada lo leí, martillé sobre la mentira.
Sonrió. Me sentí mal. Una simple excusa hubiese sido mejor que la pueril mentira.
Al llegar a casa cogí el libro entre mis manos y elegí una de las obras, animado por el sugerente título, que recogía el ejemplar : "Cuatro corazones con freno y marcha atrás". Su lectura me resultó muy entretenida y nada al uso de lo que estaba acostumbrado a leer. No tenía sueño, así que volví al índice y busqué otro título: "Eloísa está debajo de un almendro". Una comedia rara y extravagante como sus personajes. Me acosté entusiasmado para al día siguiente acabar de leer el resto de títulos: "El cadáver del señor García", "Usted tiene ojos de mujer fatal", "Angelina o el honor de un brigadier", "Un adúltero decente", "Los ladrones somos gente honrada", "Madre, el drama padre"... Cada pieza teatral era una sorpresa y de una imaginación desbordante. Situaciones absurdas como el teatro que acuñó Jardiel Poncela. Con el tiempo, releería estas y otras obras de él. Lo bueno siempre hay que tenerlo presente. Y hasta llegué a aprenderme de memoria algunas geniales frases de sus personajes.
Teatro e ilusiones quedarían estacionados en vía muerta. La vida me tenía preparados otros derroteros.
Hace cinco años tuve la oportunidad de formar parte, casi por casualidad y de la mano de María Pilar Goded, del Aula de Amigos del Teatro y la Poesía de Huesca. Un maravilloso grupo que me ha permitido cumplir un sueño de aficionado y con el que disfruto cada aventura que sube al escenario. En el repertorio: Moliere, los Hermanos Álvarez Quintero, Mihura, Casona, García Lorca.... y Enrique Jardiel Poncela. He podido participar en tres de sus obras: "Los ladrones somos gente honrada", "Eloísa está debajo de un almendro" y la última, "Usted tiene ojos de mujer fatal".
Vuelvo a mirar el libro de duras tapas rojas con letras doradas y no puedo dejar de sonreír.
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