UNA TIENDA QUE ENAMORA
Hay un lugar en Huesca para enseñar y de ensueño. Un lugar donde todavía es posible recuperar la infancia con todos sus olores y aromas de los días de encargos. Donde hacer presentes las Navidades de pantalón corto, de orejones, piñones, anís estrellado y canela o los febreros chocolateros de penetrante e intenso cacao. Un lugar de color y olor donde un viajado bacalao espera paciente la guillotina, el ras, ras, ras, antesala de una prometedora comida. Un lugar de confianza, de la de siempre, de la de toda la vida. Este lugar no es otro que Ultramarinos "La Confianza".
No hay vez que lo visite, que desde mi silencio y admiración por tan emblemático establecimiento, no deje de recordar aquellos días en los que mi madre me mandaba a comprar alguna necesidad, algún producto que sólo se debía comprar en este museo de los aromas. Yo lo hacía encantado. Me gustaba, mientras esperaba mi turno, observar las estanterías y sus cajas de latón, los aparadores, los recipientes de cristal donde se guardaban auténticas joyas de la gastronomía o los dulces, tan pocas veces al alcance de nuestras bocas. Mi visita a la tienda de "donde Víctor", como para tantos otros infantes, siempre tenía premio: un par de caramelos que sacaba el señor Víctor del bolsillo de su bata gris azulada y que ahora su hija María Jesús emula. Caramelos que el niño que todavía juega dentro de mí, recibe con la misma ilusión que aquel del pantalón corto.
En mis particulares guías turísticas por la Ciudad de Huesca, el final del recorrido siempre suele ser aquí. Me gusta que sea en este lugar para que mis compañeros de visita ciudadana regresen a sus hogares impregnados de sensaciones y aromas casi perdidos. De recuerdos, si los hubiere, traídos al presente nada más abrir la puerta de "La Confianza" y confiados porque estás como en casa. Es el paradigma de la supervivencia en un mundo en el que parece ser todo efímero, el credo de una familia que mantiene viva la tradición y el legado. Y que siga así, y lo digo desde el egoísmo, por muchos años aunque el esfuerzo se vea en ocasiones superado. Nuestros recuerdos urgen de vez en cuando volver a casa, a esa casa de olores que penetran hasta alcanzar el alma y donde sentirse seguro.
Si visitas Huesca, acuérdate de Ultramarinos "La Confianza", ese lugar de ensueño y para ser enseñado. Una tienda que seguro que te enamorará. Merece la pena.
Ultramarinos "La Confianza" la fundó un aburguesado francés, Hilario Vallier, en el año 1871, y está considerada como la tienda más antigua de España. Tras distintas regencias fue adquirida por Víctor Sanvicente Ara en los años de la posguerra española. Sus estanterías están cargadas de historia. Al principio la tienda se dedicó a la mercería y sedería. Con el paso de los años su oferta se amplió a la venta de especias, productos artesanales de la tierra y bacalao en salazón de las Islas Feroe.
Es visitada por más de 25.000 turistas al año, atraídos tanto por sus productos como por la riqueza artística de la tienda. En el techo del establecimiento se observa la alegoría del pintor oscense León Abadías, en la que se representa al dios Mercurio, dios del comercio, dos bodegones con todos los artículos que se vendía y los escudos de las monarquías de la Europa del siglo XIX, entre ellas España y Francia.
Entre otros reconocimientos, destacan el premio a la tienda "más antigua" de España, en el año 2011, premio del Consejo Europeo de Mujeres Emprendedoras a María Jesús Sanvicente, hija de Víctor Sanvicente, y premio Madame Commercé de France.
En el año 2006, Ultramarinos "La Confianza" aparecía en guías francesas y en el New York Times como la tienda de ultramarinos más antigua de España.
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