martes, 13 de septiembre de 2016

00362 Castro Marim

DE PLÁCIDA OBSERVANCIA




Fue una visita breve, excesivamente breve, pero suficiente como  para quedarme con un buen sabor de boca y con la promesa de volver para adentrarme en su historia y sentir. Fue el inicio de una intensa jornada en la que el tiempo nos empujaba casi a tropezones. Con todo, aún pudimos subir hasta el Castelo para dominar con la vista una hermosa y pintoresca villa blanca de plácida observancia. Una pequeña localidad que se preparaba para vivir sus décimo novenas Jornadas Medievales y por las que a la postre pasarían cerca de noventa mil visitantes en sus cinco días de duración repletos de actividades. Según nos contó un miembro de la organización del evento con el que pudimos conversar, las Jornadas de Castro Marim están consideradas como las segundas más importantes del vecino país. Nos informó sobre los distintos desfiles previstos y cenas medievales y sobre el gran mercado medieval que se montaba durante estos días en el interior del Castelo con la participación de medio centenar de artesanos. Tomamos buena nota para asistir a la próxima edición.


Castro Marim se ubica en la portuguesa y bella región del Algarve. Se trata de la primera localidad con la que te encuentras tras atravesar la frontera portuguesa por Ayamonte y el Puente Internacional de Guadiana, construido en el año 1991, gracias a un convenio de colaboración hispano portugués. Apenas cuenta con 3.000 habitantes y su término municipal limita con el municipio de Alcoutim, España, Vila Real de San Antonio, el océano Atlántico y la singular Tavira.

La villa se levantó sobre las antiguas civilizaciones que fueron dejando allí su testimonio y conquistado de los árabes por Paio Peres Correia en 1242. El pueblo se desarrolló inicialmente dentro de las paredes del castillo que se alza sobre una colina y sobre la  base de la Iglesia de Santiago, primera parroquia del municipio. Desde finales de la Edad Media hasta el siglo XVII fue un importante puerto pesquero y comercial. El 1 de noviembre de 1755 la localidad sufrió un terremoto que dejó las paredes medievales del castillo prácticamente inutilizables. El pueblo creció entonces en los extramuros sin lograr recuperar la importancia que tuvo en siglos pasados, agravado por el nacimiento de la vecinaVila Real de San Antonio, que con la colmatación de los estuarios provocó su caída.

Su castillo, clasificado como Monumento Nacional en el año 1920, se sitúa en el punto más alto de la villa entre macizas murallas. Fue mandado construir por el rey Alfonso III en el siglo XIII.






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