martes, 6 de septiembre de 2016

00354 Distraer la Mirada

SOCORRIDO AUXILIO


Cuando estoy al límite de pensamientos y mi cabeza me pide auxilio en el límite, solicito socorro a mi mirada para que sea ella quien tome las riendas de la situación. Ella sabe qué hacer en estos casos. Tiene una larga y contrastada experiencia. Sus recursos son innumerables. No siempre atina en el primer envite. En ocasiones le cuesta y se pone algo nerviosa pero al final, siempre consigue su objetivo.

Unas veces entorna los ojos para iniciar un acertijo; un que es pero que no es y si se parece es mera coincidencia entre luces y contraluces. Imágenes somnolientas y rasgadas de un paisaje requerido. Otras, se tumba para observar un plano aparentemente carente de interés. Hoy azul, mañana será gris, otro día se pintará de azules y grises o se presentará sólo con la cara recién lavada. Para mí es una de las propuestas más interesantes. No opinan así mis pensamientos que una y otra vez sucumben frente a la abstracción de formas, contrastes y apuntes que se van difuminando, agrietando, transformando con el suave empuje de un algún viento apenas perceptible.

Cuando llega ese momento de socorrido auxilio, a mi mirada le gusta distraerme con el juego de espumas,  mares y estelas que se pierden en el camino del navegante. Juegos de agua mansa que quiere ser ola y trazo que sueña con ser tránsito. Ya no hay pensamiento que valga; sólo ola, sueño y tránsito en la vigilia distraída de una mirada.















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