ATRACCIÓN IRRESISTIBLE
Creo que desde siempre me han llamado la atención los contraluces. Más si cabe desde que me aficioné a la fotografía. Me resultan sugerentes y atractivos. No importa donde se pueda producir o encontrar. Los busco y admiro.
Aún a pesar de mis innumerables "tics", confieso que son los únicos que me hacen estar inmóvil, sin parpadear, como si se tratara de una estatua. Sólo miro. Ni siquiera me da por pensar. Ya habrá otras oportunidades. En ese momento lo único que existe es la recreación de los objetos, formas y paisajes que se encuentran en el lado opuesto de la luz. Todo un espectáculo donde los adornos se desvanecen y pierden protagonismo. Apenas masas y formas.
Son regalos a la vista envueltos en plácidas penumbras y armoniosos contrastes. Siluetas que pasaban por allí y decidieron quedarse. Manchas que ayer fueron vida y mañana volverán a ser destino. Y llegado el caso, ocultan defectos para potenciar virtudes. Hasta en esto son sutiles y bondadosos.
Me gustan los contraluces porque confunden a la realidad. Saben cómo despistarla y desnudarla sin que lo esencial cambie.
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