POSTRE DE TRADICIÓN
No siempre me ha gustado el empanadico. Es más, no me hacía
ninguna gracia cuando lo veía. Las pasas y la calabaza de su relleno no me
transmitían confianza alguna. Y sí, en contadísimas ocasiones, llegué a probarlo.
Pero el trocito que me comía, por cortesía a quien me lo ofrecía, pasaba por mi
particular disección antes de llevármelo a la boca, para quitarle todas las pasas,
que tantas náuseas me producían. Sí, en cambio, me encantaban los empanadicos
rellenos de manzana, menos habituales en este tradicional postre aragonés.
Han sido varias las recetas puestas en práctica. Desde
aquella primera que solicité y que nunca conseguí que me saliera igual, pasando
por la que me dieron tras mi paso por un taller de elaboración de empanadicos,
hasta la facilitada por la madre de una amiga, que es con la que año tras año
intentamos mejorarlo. Reconozco que después de unos cuantos años, no acabamos
de cogerle aquel. Buenos están, pero no como aquel que probé con tanto entusiasmo
de las Amas de Casa de la Hoya de Huesca.
La receta que a continuación comparto es la que venimos
repitiendo en los últimos años. El empanadico está bueno, porque los ingredientes
no engañan. Pero dicho esto, no acabamos de igualarlo al que probamos de la
mano de quien nos facilitó la receta. Copio, tal cual, como así nos la pasaron,
sin corregir una coma.
Empanadico de calabaza de la madre de Julia. Para medio
litro de agua se echan dos cucharadas soperas de azúcar, una cucharada de anís
en grano, una piel de naranja y una pizca de sal. Se pone al fuego hasta que
hierva. En un cuenco grande se echa la harina formando un volcán, y en el
centro se echa una medida (tazón) de aceite de oliva suave y dos medidas de
agua escaldada, hirviendo y colada. Amasar suave hasta que se trabaje bien.
Acto seguido y sin reposar, se hace una bola como un puño y se estira. Se coloca
sobre papel de horno. En un bol se mezcla azúcar con canela. Aproximadamente,
para medio kilo de azúcar, dos cucharadas de canela. Mezclar bien. Poner esta
mezcla sobre la mitad de la lámina de masa, que quede bien extendida. La
calabaza se corta como para tortilla y se coloca sobre el azúcar de forma
generosa y sin que queden huecos. Encima se ponen las pasas y los piñones. Se
espolvorea con el azúcar de la mezcla y se echa un chorrito de aceite por todo.
Se tapa con la otra mitad de la masa extendida y se espolvorea azúcar blanco y
un chorrito de aceite. Se pincha con una tijera y se coloca en el horno,
precalentado, a una temperatura entre 175 y 200 grados centígrados.
Aproximadamente, debe estar entre 20 o 30 minutos con aire arriba y abajo.
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