NOS VAMOS DE PINTXOS
Llevo toda la mañana decidiendo si incluir a las bilbainadas
en el listado de las diez mil cosas que me gustan. Como género musical popular
propio de Bizkaia, claro que me gusta. Pero mi historia personal con estas
canciones creadas en el “bocho”, me entristece. Finalmente, me he decantado por
incluir a las bilbainadas, por los momentos, aunque difíciles, que me hicieron
pasar junto a mi hermano Antonio, fallecido en 2019, y quien siempre compartió
su corazón entre Bizkaia y el Altoaragón.
Sabía de la existencia de las bilbainadas, no en vano, viví
varios años en Bilbao. Pro no sería hasta 2017, en plenas fiestas bilbaínas,
cuando tuve la oportunidad, de la mano de Antonio, de conocer el sentir y decir
de estas canciones alegres y guasonas, cantadas en pleno Casco Viejo bilbaíno.
Fue Antonio, mientras íbamos de tasca en bar y de bar en
tasca siguiendo a las cuadrillas de amigos cantores, quien me introdujo en la
historia de esta tradición bilbaína y que está ligada a una de las costumbres
más arraigadas de la ciudad; “ir de pintxos”. Aunque su origen hay que buscarlo
en la fundación de la Villa de Bilbao, no sería hasta los siglos XIX y XX,
cuando la bilbainada se vería influenciada por los ritmos de la habanera, con
las vivencias del grupo, la curiosa observación y la ironía. Ya, entre 1920 y
1930 nacerían los primeros grupos de bilbainadas.
Solo dos años pude disfrutar con Antonio de este espontáneo,
callejero y multitudinario hecho musical. Y cuando digo disfrutar, no es una forma
de hablar. Estaba ya enfermo, pero su vitalidad era contagiosa. Tanto, que te
hacía olvidar su gravedad. Su siempre espíritu inquieto me llevaba de un lado a
otro, sin pausa, con alegría y a la espera de escuchar una de sus bilbainadas
favoritas; “Un inglés vino a Bilbao” y cuya letra reza así: “Un inglés vino a
Bilbao/A ver la ría y el mar,/Pero al ver las bilbainitas,/Ya no se quiso
marchar./Vale más/Una bilbainita/Con su cara bonita,/Con su gracia y su
sal,/Con su gracia y su sal,/Que todas/Las americanas,/Con su inmenso
caudal,/Con su inmenso caudal,/Con su inmenso caudal.
Entre saludos, aúpas, sonrisas y bilbainadas se nos iba la,
para mí, inolvidable mañana. Y lo más importante, veía a mi hermano feliz.
Y yo, con él. Precisamente, por esos momentos que pasamos en torno a las bilbainadas,
me he decido finalmente incorporarlas a este caleidoscopio vital, aunque me
causen dolor su recuerdo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario