¡UNA PASADA!
Mis loas a los cocidos ya han quedado de manifiesto. Así,
que poco más tengo que añadir al respecto, salvo poner apellidos a cada uno de
ellos. En esta ocasión, mis sentidos se van a fijar en el cocido lebaniego.
A mí, que tengo una inclinación especial por Cantabria, me
encantan tanto el cocido montañés (ver entrada número 00999), como el cocido lebaniego,
y aprovecho la más mínima oportunidad que tengo para deleitarme con uno de estos
“cantos a la vida”.
El cocido lebaniego es típico del valle de Liébana, de aquí
su nombre, y se diferencia fundamentalmente del montañés, en que el primero se
elabora con garbanzos en lugar de con alubias blancas. Se compone de una sopa
con fideos, en cuyo caldo se han cocido garbanzos con las carnes utilizadas
para tal fin y una albóndiga o “pelota” frita, en montañés, rellenu, y que está
elaborada a base de miga de pan con huevo batido, perejil, y el chorizo y
tocino de la cocción previa, muy picado y salpimentada, además de berza o
repollo, que irá cocido y salteado aparte con pimentón. En cuanto a las carnes,
habitualmente se utilizan morcillo, chorizo, morcilla, tocino, oreja o morro y hueso
de jamón. A la hora de servir, se toma primero la sopa con los fideos, sola o
acompañada de la pelota citada con anterioridad, y se termina con las carnes,
los garbanzos y la berza.
En varias ocasiones intentamos comer en este establecimiento,
pero siempre estaba lleno o cerrado. En nuestro último viaje a Cantabria
hicimos un nuevo intento. Pudimos comer por los pelos. Estaba, para variar,
lleno, y no solo esto, sino que al día siguiente cerraban por vacaciones. La
cosa pintaba mal. Resignados, una vez más, nos íbamos a ir, cuando una mesita
de la terraza con tres sillas quedó libre. Me lancé a por ella como un campeón
para conseguir mi trofeo. Serían como las doce y media del mediodía. La verdad
es que pensar en un cocido lebaniego en esos momentos no era la mejor
propuesta. Así, que nos inclinamos por pedir unas croquetas caseras y media
ración (descomunal) de un delicioso queso picón. El amable y simpático camarero
que nos atendió, nos informó de que al día siguiente el establecimiento cerraba
por vacaciones. Lo que venía a significar que, o tomábamos el cocido en ese
instante o habría que esperar a un próximo viaje a Santander y confiar en que
no estuviese cerrado.
No quedó absolutamente nada. Ni croquetas, ni queso, ni cocido,
“ni ná de ná”. Solo nos quedaron las ganas de volver. Y el cocido, espectacular.
¡Una pasada!
No he cocinado nunca un cocido lebaniego, ni creo que lo
haga nunca. Prefiero disfrutarlo en su lugar de origen. Aunque nunca se sabe.
La receta que acompaño está sacada de un recetario de cocina cántabra que
adquirí en los primeros años de veranear por esa hermosa, fascinante y
acogedora tierra.
Elaboración: Poner a remojar los garbanzos durante unas doce
horas. Introducir todas las carnes en la olla y cubrir con abundante agua.
Cocinar a fuego suave por espacio de unas cuatro horas. Cuando comience a
formarse espuma en la superficie, retirar la máxima posible. Tapar la olla
dejando un respiradero Comenzar la cocción y, cuando empiece a salir espuma,
retirar la espuma con delicadeza lo máximo posible. Entonces, tapar la olla
dejando una rendija de vapor que salga y continuar la cocción durante una hora
a fuego mínimo. Escurrir los garbanzos, introducirlos en una malla e
incorporarlos a la olla, previamente de haber sacado las carnes que observemos
que están ya tiernas. Continuar la cocción hasta que los garbanzos estén bien
tiernos. Trocear finamente el repollo y cocer durante unos quince minutos en abundante
agua con un poco de sal. Pelar los ajos y picarlos en láminas. Saltearlos en
aceite y añadir el pimentón cuando empiecen a dorarse. Agregar el repollo bien
escurrido y saltear hasta que se mezcle todo bien. Salpimentar y reservar.
Media hora antes de finalizar la cocción de los garbanzos, añadirles el chorizo
y en el último momento, la morcilla. Cuando esté todo en su punto, retirar el
caldo y reservar. Desengrasar el caldo y corregir de sal.
Para hacer la pelota, mezclar el pan con el perejil, un poco
de chorizo desmigado y unos taquitos de tocino. Añadir el huevo y un poco de
caldo, y hacer una pasta. Salpimentar y freír en abundante aceite de oliva
hasta que se dore.
Por último, calentar parte del caldo y cocinar los fideos.
Calentar otra parte y cocinar también los rellenos durante unos 10 minutos.
Servir el cocido lebaniego con un bol de sopa y fideos y la carne, los rellenos
y los garbanzos en una bandeja grande.
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