domingo, 3 de diciembre de 2023

01222 La Historia se Repite

 Y QUE SEA POR MUCHOS AÑOS


Hace unos días estuvieron mis hermanos cenando en casa. Fue una visita en tránsito, de camino al Pirineo. Casi un visto y no visto. Anunciaron que llegarían a media tarde, anticipando que pararían escasos minutos, porque no querían que se les hiciese demasiado tarde.

Últimamente, tenemos muy pocas oportunidades para vernos. Nos hemos hecho mayores y nuestros encuentros cada vez se prolongan más en el tiempo. 

Aunque la visita fuese corta, había que aprovecharla, y qué mejor manera, que hacerlo sentados a la mesa, aunque el tiempo apremiase. La experiencia me dice que plato, cubiertos, vaso y alguna vianda, por muy simple y sencilla que sea, son la mejor manera de retener a quien quieres.

Llegaron a casa con la tarde ya avanzada. Habían salido más tarde de lo previsto. Improvisamos una merienda/cena. Algo en lo que no invertir mucho tiempo y que a mis hermanos les gustara. Tiré del recuerdo. De esas cenas que mi madre preparaba cuando venían a casa mis hermanos. Era una apuesta segura y para ellos inhabitual, con nuestra tradicional torteta y morcilla. Nunca fallan y siempre son bien recibidas. Lo del huevo frito y el jamón pasado por la sartén es otro clásico y tampoco creo que coman muchos en sus respectivos hogares. También así lo pensaba mi madre que, cuando anunciaban su visita, tiempo le faltaba para coger el teléfono y llamar a la Tabla Nueva, recientemente cerrada, para lástima de su fiel clientela, y encargar unas tortetas y unas morcillas, "porque vienen mis hijos". Antes se contaba todo.

Mientras ponía la mesa para que estuviese todo preparado para cuando llegaran, pasaron por mi cabeza escenas de mi juventud, en casa de mi madre, en torno a estos dos alimentos nacidos de la matacía del cerdo, y cómo la historia se repite. Y que sea por muchos años.

Cuando llegaron a casa estaba todo dispuesto para sentarnos a la mesa. Había prisa, pero no pudieron renunciar a tan suculentos y tradicionales manjares. Conseguí retenerles algo más de una hora. Lo suficiente para disfrutar de su presencia.



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