EL PARQUE DE LOS MONSTRUOS
Sería nuestro primer destino en un viaje inolvidable por la
fascinante Italia, tras pernoctar la primera noche en suelo italiano en
Civitavecchia. En el trepidante itinerario de cerca de 3.000 kilómetros en
quince días, y de camino a la soñada Toscana, marcaríamos la visita obligada al
Parque de Bomarzo.
El Bosque Sagrado de Bomarzo, como también se le conoce, se
localiza en la provincia de Viterbo, en el centro de la Tuscia del Lacio. Fue
mandado construir en 1547 por el duque Pier Francesco Orsini, tras enviudar. Se
dice, que el Jardín de Bomarzo es producto de una mente perturbada por el amor.
Orsini, un singular personaje del Renacimiento, no pudo soportar la muerte de
su amada Giulia Farnese. A partir de ese momento, su cabeza se llenó de
monstruos. “La pareja acababa de abandonar el ruido de la ciudad y soñaba
con disfrutar de la magnífica propiedad que la familia tenía en la región del
Lacio. Pero el aristócrata, que durante 35 años se había dedicado al arte militar,
no contaba con que su plan iba a irse pronto al traste y que la soledad se convertiría
en su compañera de viaje hasta el final de sus días”.
De las pesadillas de Orsini salieron todos los monstruos que
se pueden ver en este jardín renacentista y cuyo diseño y ejecución corrió a
cargo del famoso arquitecto Pirro Ligorio, quien también supervisaría las
excavaciones de Villa Adriana y creador de la Villa d´Este, en Tívoli. Según se
cuenta
, “Ligorio quiso crear un jardín sin ataduras formales y por ello no
impuso espacios delimitados ni una ruta fija, dejando que quien paseara, lo
descubriera a su aire”.
Durante casi 30 años, un equipo de artistas tejió en este
'parque temático' una red de esculturas talladas sobre la roca que se fue
adueñando del tono verde de este bosque solitario. Cada monstruo lleva una
inscripción, un mensaje que condensa el pensamiento de Orsini que consiguió
hacer realidad, con sus particulares demonios, esta fantasía pétrea.
Este gran y peculiar espacio verde, como es el Parque de los
Monstruos, Parco dei Mostri, acoge más de una veintena de grandes estatuas,
basadas en las gárgolas y criaturas grotescas que adornaban las catedrales
medievales, pero esculpidas en proporciones monumentales. Hay esfinges,
monstruos, sirenas, elefantes, tortugas, sátiros, dragones, una casa inclinada…
Muchas de las figuras están ligadas a la muerte, recordando que la belleza del
jardín procede de la tristeza del duque por la pérdida de su esposa.
Desde que se construyera el parque hace casi 500 años,
muchos han sido los estudiosos, artistas e intelectuales que se han preguntado
por las intenciones reales del Príncipe Orsini y sobre los significados
escondidos y esparcidos por el parque. Un espacio cargado de simbolismo, con
continuas referencias a la mitología y al mundo de lo fantástico. Una de las
hipótesis que se baraja es que
“fuera muy probable, que la intención del
príncipe fuese la de crear una especie de ruta iniciática, donde, según
palabras del mismo Orsini, fuera posible ´desahogar el corazón´, pero al mismo
tiempo, sorprender a los ojos de los huéspedes”.
Este parque de las maravillas se redescubrió y
revalorizó con el tiempo, sobre todo gracias al interés de muchos
artistas, entre los cuales se encontraba Salvador Dalí
. El
pintor surrealista lo descubrió en el año 1948 y lo calificó como
“una
invención única”. Quedó tan
impresionado con la visita al parque, que encontró inspiración para una de sus
obras: Las Tentaciones de San Antonio. Dicen que Dalí,
“cuando tuvo noticias
de la existencia de este escenario en Bomarzo, quiso adquirir las esculturas
renacentistas, porque, según él, aquí había nacido el Surrealismo 500 años
antes. No consiguió su propósito el artista catalán, pero sí contribuyó a
difundir las maravillas de este lugar”. El escritor argentino Manuel
Mujica Lainez hizo lo propio con una novela,
Bomarzo,
inspirada en la historia de Pier Francesco Orsini, a la que siguió el libreto
de una ópera.
A la muerte del duque en 1585, el bosque de Bomarzo quedó
abandonado a su suerte durante cuatro siglos. En 1954 la propiedad fue
adquirida por Giovanni Bettini, quien decidió resucitar este escenario.
Más allá de cuales fueran las intenciones reales
del Príncipe Orsini, está claro que todo el complejo es una gran celebración
de amor dirigida a la mujer Giulia Farnese. A ella, de hecho, está
dedicado el
Tempietto, un pequeño templo, que
se encuentra sobre un pequeño montículo rodeado de un amplio
espacio verde.
La visita a este extraordinario parque nos llevaría unas dos
horas y media. Sin prisas y fijándonos en los cientos de detalles que
esculturas y paraje ofrecen. Pasado el umbral de entrada y superadas las dos esfinges
que reciben al visitante, nos encontraríamos con una colosal cabeza de un monstruo
marino; la de Proteo-Glauco, el pescador que se convirtió en dios marino tras
comer una hierba mágica.
La siguiente escultura que nos saldría al paso sería la de
Hércules y Caco en una lucha entre gigantes. Hércules mata descuartizando con
las manos a Caco, el hijo del dios Vulcano. Y a partir de aquí, todo un mundo
mágico por descubrir a través de los grupos escultóricos de la Tortuga y del
Pegaso Alado, un colosal Elefante y la estatua del dios Neptuno, además del
Orco, con su enorme boca abierta, y en cuyo interior hay una mesa de piedra con
unas sillas. Y sobre su boca, la inscripción:
“Dejad todo pensamiento los que
aquí entráis”; una invitación a abandonar las creencias racionales y
encontrar la parte más instintiva y auténtica.
También nos encontraríamos con una Casa Inclinada, un
edificio construido sobre un macizo inclinado. Se puede entrar a su interior,
pero con cuidado. La perspectiva engaña a nuestros ojos hasta hacernos perder
el equilibrio.
Piñas y Bellotas decorativas, con dos Osos heráldicos,
Equidna, los Leones y la Furia, dos míticas figuras mitad mujer, mitad
serpiente, con dos leones en el centro…. A la entrada nos sería entregado un
mapa del parque con un itinerario y 36 puntos de interés. Todas las esculturas
sorprenden, porque salen al paso asomadas entre los árboles, entre los
parterres o junto a los arroyos.
En mi libreta de viaje apunté, tras la visita al parque y
mientras tomaba un café en el mismo complejo, lo siguiente: curioso,
inquietante, terrorífico, ¿un parque dedicado al amor?, brutal, colosal, ¡Una
pasada! No me importaría volver a visitarlo con más calma y menos calor.
La visita la realizamos el 17 de junio de 2022, en plena ola
de calor, con 36 grados centígrados a las 11 de la mañana.
"Vosotros que entráis aquí, considerad lo que veis
y luego decidme, si tantas maravillas están hechas por el engaño o por
el arte"
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