SIMPLEMENTE RECUÉRDAME
ni flores, ni llantos,
ni pergaminos enlutados,
impresos en tintas
negruzcas y cargadas.
Jolgorios y fiestas
deberéis pasear por vuestras mentes,
en señal de duelo
por todo aquello pasado,
tan efímero y tan débil.
El día que yo muera,
ni hipócritas, ni cínicos,
ni embusteros pagados,
que lloren por fuera
el dolor y la pena.
El vino y el cordero
abrirán apetitos insaciables,
dispuestos a reventar
su pesada humanidad
y su amor entrañable.
El día que yo muera,
ni halagos, ni embustes,
ni palabras de consuelo
que me conviertan en un hombre
honrado y cabal.
El día que yo muera,
una oración y nada más.
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