ENTRAN POR LA VISTA
Entran como el que no quiere la cosa. Son bien recibidos en cualquier momento del día y alivian sea cual sea la desgana del cuerpo o el alma. Está testado. Variedades hay tantas como la tradición ha ido manteniendo o el ingenio, la imaginación y el buen gusto ha ido incorporando a la hora de mezclar alimentos sobre una rebanada de pan.
Traigo hasta aquí hoy mi última y aprendida en Bilbao, variedad de montadito. Aunque ya conocía elaboración similar, esta que expongo e ilustro, me parece algo sublime y deliciosa, sobre todo para alguien adicto a los sabores con cuerpo. Se trata de un montadito a base de tomate, pepinillo, sardina en salmuera y alegrías riojanas. ¡Qué espectáculo!
Una vez separados y limpios los lomos de la sardina en salmuera se cubren con aceite de oliva y se añaden unos dientes de ajo cortados a láminas. En los supermercados podemos encontrar estos lomos ya limpios. Los dejaremos macerar veinticuatro horas. Sobre una rebanada de pan, pondremos en primer lugar una rodaja de tomate, no muy gruesa, y sobre ella, una lámina de pepinillo, un lomo de salmuera, para finalizar con unas cuantas tiras de alegrías riojanas; una variedad de guindilla, de color rojo, que reciben este nombre por la "alegría" que aporta al paladar su picor. Si no se tiene la oportunidad de conseguirlas frescas para asarlas en casa, en los supermercados hay buenas propuestas en conserva.
Así de sencillo, aparente y sugerente es este montadito; de los que entran por la vista.
Por cierto, el origen de los montaditos lo encontramos sobre los siglos XV o XVI, donde el pan era el alimento básico de la población y que muchas veces se "montaba" con algún ingrediente.
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