Hoy, tampoco sé el por qué, en una frugal salida al campo, me han llamado la atención unas amapolas en soledad que estaban apostadas al borde de un ribazo. En otras ocasiones las he visto más sugerentes, pintorescas y en mayor número que hoy, pero no me dejaron constancia. Puede que hoy estuviera más sensitivo a las cosas. Cuando me he acercado hasta ellas me han venido a la cabeza alguno de los dichos mencionados con anterioridad y he pretendido buscar el quid de la cuestión. No es una flor bella pero tiene su aquel. Su color rojo es sugerente e incluso puede resultar ser atractivo. Y se trata de una flor muy simple. ¿Será por esto que se le asocia a la memez, majadería, estupidez e imbecilidad? Me cuesta creerlo, aunque nunca se sabe.
Cuando he llegado a casa e intentado, sin fortuna, saber el por qué de este paralelismo. Fracaso total. No he podido averiguar nada al respecto. Las informaciones recogidas hablan y dan por hecho la semejanza del ababol con todos los calificativos negativos mencionados. Ni una pista, ni un apunte. Sólo interpretaciones.
Leo también, e interpreto, que sus flores, de color escarlata intenso, acampanadas y casi esféricas, poseen 4 finos pétalos y 2 sépalos vellosos. Los pétalos son muy delicados y se marchitan rápidamente, por lo que las flores no pueden usarse en adornos florales. Por aquí, puede que encuentre otra pista. No sirven ni para adornar y además, en el sector agrícola está considerada como una mala hierba.
Conclusión, que aunque tengas mala prensa, ababol, me caes simpático. Me atrae tu color y hasta tu simplicidad me resulta persuasiva. Quizás el desprecio y la indiferencia que te muestran me acerca todavía más a ti.
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