DE ILUSIÓN TAMBIÉN HAY QUE VIVIR
Algún día, no sé cuando, traeré hasta aquí las sensaciones y también emociones que guardo de los dos años en los que tuve la oportunidad de saber lo que era un huerto; de principio a fin y con todo su intermedio. Ahora no es posible, así es que, y evidentemente, aún cuando no sea lo mismo, y como de ilusión también es necesario vivir, he habilitado en la terraza de casa un aprendiz de huerto a base de macetas y maceteros. Por cierto, una amiga me dijo esta semana que si mi terraza era como las Ramblas barcelonesas por la cantidad de situaciones que aquí se producen. Me hizo gracia. Lo que ocurre, le dije, es que intento sacarle mucho partido y que en media docena de baldosas pueden pasar muchas cosas como en cada minuto del día o en cada paso de la vida. Sólo es cuestión de recrearlas, visualizarlas, verbalizarlas, vocablo éste muy de actualidad en los últimos tiempos, e incluso idealizarlas con todo lo que esto supone.
El caso es que, estratégicamente ubicados y como si de un "tetris" se tratara, hace algo menos de un mes planté en macetas y maceteros semillas de albahaca, eneldo, pimiento, tomate, calabacín y cebollino. De momento, las semillas han germinado y las plantas han iniciado su desarrollo. El eneldo está tupido y hermoso. La albahaca se lo está pensando al igual que el cebollino. Las tomateras, pimenteras y las plantas de calabacín parecen encontrarse a gusto en este, me imagino para ellas, extraño hábitat rodeado de flores y plantas.
No sé cómo acabará la cosa. Por ahora va bien. Ellas "pinchas" y yo, ilusionado. A las cuatro tomateras, de vez en cuando, les enseño la fotografía de un enorme tomate, de procedencia desconocida y que compré por ¿rosa?, con la intención de que se contagien y me regalen, llegado el mes de agosto, algún fruto. Tengo que decir que el tomate en cuestión estaba bueno.
Seguiremos informando y verbalizando.
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