COMO LA VIDA
Hoy voy de copiloto. Rara vez ocupo en el coche el asiento de al lado del conductor. Es casi una experiencia. Una práctica inhabitual a la que tendré que sacar algún provecho. Pensar, programar, recordar, planificar, reprogramar, dormir, contar postes, balizas y mojones como cuando era pequeño...
A mi derecha el paisaje se muestra singular, colorista y feliz. Choperas, verdes campos de cereal y de amarilla colza distraen mi desatención. Grandes manchas de color discurren como un sinfín juguetón, como esos postes que en mi infancia entretuvieron el discurrir de los kilómetros que me acercaban a lugares placenteros, esperados y queridos.
No soy capaz de retener en mis retinas este paisaje de tránsito. Pasa rápido, tan rápido como las hojas de un libro cuando las aireas para capturar su olor. Y si parpadeo, el panorama se deshilacha rasgado por un quitamiedos que sale al paso de forma imprevista y también veloz. Las imágenes se suceden de forma reiterada hasta que mis ojos parecen rendirse a las ya acostumbradas secuencias. Chopos, colza, campo, un árbol en soledad, tres en compañía, colza, chopos, campos en verdor y de nuevo empezar.
Mis sentidos parecen estar entretenidos. Los observo atentos y despiertos. Es buena señal. Mis manos juguetean con el iphone. Juegan a darle vueltas sin parar, sostenido entre el índice y el pulgar. Está acostumbrado a girar en otros momentos de necesario disimulo. ¿Y si fotografío el tránsito en lugar de girar y voltear? No saldrá nada. Serán imágenes borrosas de un tránsito. Bello, pero fugaz tránsito. Un click ciego. No hay tiempo para fijar. Ni siquiera mirar. Sólo ayudar al azar con pulso firme, sin temblar. Será curioso comprobar el resultado final. Allá va. Una, dos, tres... treinta y dos.
Contemplo el resultado de este pasatiempo improvisado. Es el esperado. Imágenes borrosas, manchas de color, quitamiedos que rasgan, ordenadas choperas en perfecta formación de espera en un paisaje en tránsito. Y es ahora cuando se me asoma la vida para recordarme que también ella es un bello paisaje en tránsito del que mañana apenas recordaré fugaces imágenes desdibujadas y pinceladas de color de instantes precisos, sin quitamiedos. Entonces ya no serán necesarios.
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