OTRO RECURSO PARA NO OLVIDAR
Se trata de un plato humilde, sencillo y con sabor a recuerdo y reencuentro. Ya he comentado en alguna otra entrada de este blog que mi madre, cuando mis hermanos venían a casa por vacaciones o en algún fin de semana, les solía obsequiar con alguna específica elaboración que a ellos les gustaba. En este caso, los guisantes con jamón eran atribuidos a mi hermano Antonio. Con su presencia en casa, a la hora de sentarnos a la mesa, rara era la ocasión en la que no aparecían en los menús los mencionados guisantes o los riñones al Jerez. Por cierto, estos últimos tengo que volverlos a hacer. Desde entonces, sólo los he cocinado una vez para unos amigos, y de esto hace ya algunos años. Con todo, conservo su inequívoco olor como si se acabaran de cocinar en este preciso instante.
Volviendo a los guisantes con jamón, aún gustándome mucho, en casa los hago de ciento a viento y casi siempre a petición de mi hija Loreto. Gloria y Jara pasan de ellos. En estos días tengo tiempo para casi todo, hasta para elaborar tres menús distintos al día. No tengo pereza, me gusta la cocina y sobre todo, me gusta ver las caras de satisfacción de mis chicas con las "sorpresas" que les guardo cuando llegan a comer. Un pequeño recurso de los muchos que animan mis días. Últimamente rebusco en la memoria y traigo al presente platos poco practicados y que hacía mi madre. Otro recurso para no olvidar.
Su elaboración no puede ser más sencilla y gratificante. Un poco de aceite en una sartén en la que sofreímos una cebolla picada. Cuando la cebolla empieza a tomar color, añadimos de forma generosa unos taquitos de jamón curado. Unas vueltas con la cuchara para mezclar y vertimos los guisantes de lata con su jugo incluido. Siempre los hago de lata y guisante fino. Bajamos el fuego y esperamos a que reduzca el líquido, si bien no en su totalidad. Ya está. Rápido, humilde, sabroso y sencillo. ¡Por aquellos tiempos! ¡También por estos!
No hay comentarios:
Publicar un comentario