Ring, ring! ¿Dime? Estoy en la pescadería del super y veo unas sardinas pequeñas y con muy buena pinta para hacerlas en vinagre. ¿Compro? Bien, ya sabes que nos gustan a todos y que entran bien siempre.
Esta es una conversación telefónica que se suele repetir con frecuencia. La tarifa plana es lo que tiene. Gloria sabe de antemano que las sardinas y los boquerones, en cualquiera de sus elaboraciones, son pescados siempre bien recibidos. En este caso se trata de sardinas que Gloria limpiará y pondrá en adobo, y que yo condimentaré.
Buen vinagre, mejor aceite y buenas lajas de ajo o picado, según venga el aire. Tan sencillo como el mecanismo de un chupete. Cómo y cuando tomarlas admiten varias escenas. Cena familiar de picoteo, un descuidado viaje de inspección a la nevera, en días de régimen para dar alegría a una desangelada lechuga o a un tomate abierto ardiente de compañía... Siempre, como decía en la improvisada conversación telefónica, entran bien y son bienvenidas.
Sencillez y humildad, cómo no tenerlas siempre en cuenta. Cómo no contar con ellas en este porrón de cosas que me gustan.
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