Fue tan sólo un fin de semana, apenas un suspiro. Unas pocas horas, escasas, para mis sentidos. Un espacio de tiempo comprimido para constatar una realidad intuida. La "Ciudad Imperial", la "Ciudad de las tres culturas", la urbe de la colina que otea el Tajo, la de bella estampa inmóvil desde los cigarrales, la de los Reyes Católicos, la del admirado Greco, la del mazapán y noble piedra.
Es un día de clara luz. El buen yantar nos aguarda. Pero antes, una penúltima mirada a esta ciudad infinita y de amor prendida. Una penúltima mirada para reconocernos entre sus calles y sellar en la memoria un espíritu esperado y deseado. La ciudad despierta bajo los tejados de larga historia.
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