domingo, 7 de abril de 2024

01315 Las Ensaimadas

 CON RECUERDO A PREMIO


Han llegado a casa de manera inesperada, y al verlas, casi se me saltan las lágrimas. No sé el motivo, igual son casualidades de la vida, pero en los últimos meses estoy recibiendo sabores que tenía prácticamente olvidados. No sé la porrada de años que no comía una ensaimada de nata. 

Ha sido liberarles del papel que las envolvía, cuando han acudido a mi memoria un montón de gratos recuerdos. La mayoría de ellos, de mi lejana infancia. 

Acostumbraban a ser fruto de algún premio por mi buen comportamiento o simplemente para hacerme feliz. Así, mientras degustaba con sumo placer una de estas dulces joyas, he recordado a mi cuñada María del Mar, q.e.p.d.,  que siendo novia de mi hermano Pepe, cuando me sacaban a pasear, acabábamos en la popular Granja Anita de la capital oscense, para tomar una deliciosa ensaimada de nata. Creo que desde aquel entonces, no he vuelto a probar las ensaimadas de este emblemático establecimiento hostelero. No sé, ni siquiera, si todavía las seguirán ofreciendo. Supongo que sí.

Mi madre también acostumbraba, de vez en cuando, a obsequiarme con este manjar. Aunque dicho sea de paso, no sé muy bien, si lo hacía para satisfacerme o era yo la excusa para "pecar" ella, a pesar de su diagnosticada diabetes. Mi madre, en este sentido, era de las que decía "un día es un día". Sea como fuere, parda mi era todo un grato acontecimiento que ahora recuerdo y disfruto con placer.







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