jueves, 25 de abril de 2024

01323 Un Bocadillo de Calamares Muy Especial

 DE GRATO Y DELICIOSO RECUERDO


Los bocadillos de calamares son un bocado de los de santiguarse. Me encantan y los disfruto sobremanera. Los he probado de todas las calañas. Algunos de ellos, para enmarcarlos y recordarlos toda la vida. Otros, los más, para pasar el rato y quitarme el antojo del momento, aunque luego me arrepienta. La experiencia en esta materia, me dice que hay que ir a lo seguro y conocido.

El bocadillo de calamares que traigo en esta ocasión, para mí fue muy especial y me ayudó a disipar temores, de esos que siempre me acompañan. Fue el 15 de septiembre de 2021. Sí, ya he comentado más de una vez, que tengo la memoria justa para no perderme. Pero esa fecha es difícil de olvidar. Se corresponde con el día que Gloria y yo acompañamos a mi siempre pequeña Jara al aeropuerto del Prat, para coger un avión rumbo a Italia, dónde le esperaba un año de provechoso Erasmus y final de carrera universitaria.

Nos despedimos de Jara en el aeropuerto y decidimos ir a un chiringuito de la playa de El Prat, que previamente Gloria había testado en la red y que no tenía malas referencias. La idea era, ya que no podíamos ver despegar el avión que llevaba a Jara, por lo menos, verlo en el aire y lanzarle un beso. Cosas de padres. Pero la jugada no nos salió del todo bien. El cielo estaba muy cubierto y escasamente se veían pasar los aviones. No obstante, cada avión que veía, más o menos a la hora que había despegado el de Jara, le enviaba un beso y mis deseos de un feliz viaje y mejor estancia.

Todo esto que cuento, lo pasamos con una caña. Y lo que acostumbra a acaecer en estos casos: "pues ya que estamos aquí, hace buena temperatura y el sitio está genial, podríamos picar alguna cosa". Dicho y hecho. 

De cuanto demandamos, se me quedó grabado el bocadillo de calamares. El resto, una escalivada y unas potas rebozadas, también estuvieron bien. Pero el bocadillo, ¡qué delicia!. El pan, crujiente de principio a fin; los calamares, espectaculares; y la salsa que los acompañaba, de auténtico vicio. ¡Cómo disfruté del bocadillo!. Tanto, que logró que mis temores se disiparan e hicieran la espera más llevadera. Total, que cuando acabamos las consumiciones demandadas e hicimos unas fotografías al mar, al cielo, al chiringuito y a unas olas, el avión de Jara, según pudimos ver en una aplicación al respecto de salidas y llegadas de vuelos, ya había aterrizado felizmente a Bolonia. De aquí, que ese bocadillo de calamares, además de estar extremadamente delicioso, siempre lo recordaré de manera muy especial, porque supo entretener mis temores y hacerme la espera más llevadera.

Por cierto, acabo de leer, que el mítico chiringuito "El Calamar", de El Prat de Llobregat cerró sus puertas en mayo del pasado año, después de 19 años de servicio. Así lo anunciaba su dirección a través de sus redes sociales: "Dejo de pertenecer a esta preciosa playa que tenemos en El Prat, de la cual, tonto de mí, me creía que yo era parte de ella. Como las dunas, la arena, la pineda, las olas; pero no, desgraciadamente no ha sido así". Al parecer, hubo un concurso municipal de adjudicación de chiringuitos en el que "El Calamar" quedó fuera. Y ya que lo siento.









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