ENSALADA DE ALUBIAS, POR EJEMPLO
No se está mal en la calle, hasta la gente me parece que está de mejor humor. Rápidamente me rectifico. Quizás sea yo el que está de mejor humor y me hace ver al personal de otra manera. Bueno, tampoco hay que venirse arriba. Con todo, observo caras avinagradas.
Un olor inconfundible a sardinas a la brasa me acompaña unos metros. Lo que daría en este momento por media docena de ellas. "Hombre, cuánto tiempo sin verte", alguien me dice. Pues sí, tiempo, contesto. Nos ponemos al día. Todo está bien. Nos alegramos. Casi en la despedida, se incorpora un amigo común. Vuelta a empezar, pero en versión más reducida. Este último nos invita a una cerveza. Miro el reloj. Bien, tengo todavía que hacer la comida, pero creo que me dará tiempo si la cervecita no se prolonga mucho. De camino al bar nos detiene un viejo conocido de los tres. Otro capazo. Finalmente acaba por unirse a la comitiva de la cerveza. ¡Cómo pasa el tiempo! El presente y el cercano, pero tan lejano pasado. Una cerveza, no. Llevamos dos, como la hora que es. Por Dios, y la comida sin hacer. "Bueno, chicos, me voy que me ha cogido el toro. Un placer. A ver si no tardamos tanto en saber de nosotros".
Lo que no les digo es que tenía pensado hacer canelones gratinados y que un par de cervezas han echado al traste algo que tanto les gusta. Otro día será. Cuando no me dé por estirar las piernas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario