martes, 6 de diciembre de 2022

01074 El Turrón de Guirlache

 QUIÉN ME LO IBA A DECIR


Si me llegan a decir hace unos años que el turrón de guirlache formaría parte del listado de las cosas que me gustan, no daría crédito. Ni me gustaba ni me disgustaba. Si en las Navidades salía a la mesa, bien. Y si no, tampoco lo echaba a faltar. Digamos que me era indiferente.

Al contraer matrimonio, mi relación con este tostado dulce dio un giro de ciento ochenta grados. Las primeras Navidades ya casados, decidimos que Nochebuena y Navidad las pasaríamos en casa de mis suegros, y Nochevieja y Año Nuevo, con mi madre. En esa primera Nochebuena con mi nueva familia, tras la cena, salieron a la mesa los tradicionales turrones y entre ellos, el turrón de guirlache. Nada tenía que ver con el que yo conocía, presentado en pequeñas barras y envuelto en papel. Aquel iba desprovisto de "packaging" y cada trozo era de su padre y de su madre. Pasé de él, como había hecho siempre, hasta que fui informado de que había sido elaborado por Pedro, mi suegro. Como hombre cortés que me considero, cogí un trocito pequeño para degustarlo y luego otro, y después otro... hasta que escuché una voz, y no fue la de mi conciencia, que me dijo, "te va a sentar mal".

Desde aquellas Navidades, el turrón de guirlache de mi suegro, contra todo pronóstico, pasó a formar parte de mi imaginario navideño. Pedro ya no está con nosotros, pero sí el turrón que me enseñó a gustar. Ahora somos nosotros quienes lo elaboramos en casa, en su recuerdo.

La palabra guirlache proviene del francés "grillage", y se refiere a algo tostado. Este dulce navideño, típico de Aragón, está  hecho básicamente de almendras y caramelo solidificado, elaborado con miel o azúcar. Su origen se remonta a la Edad Media en la antigua Corona de Aragón, cuando los árabes estaban asentados en esta zona y que con el tiempo se extendería por toda España. Serían los franceses quienes lo popularizarían  en el siglo XIX.  

Para hacer turrón de guirlache hay tantas recetas como personas que las cocinan. Esta es la que en su día aprendí.

Ingredientes: 250 gramos de almendras crudas y peladas, 250 gramos de azúcar, una cucharada de miel y  bolitas de anís.

Elaboración: Tostar ligeramente las almendras en el horno a 200 grados centígrados. Dejar enfriar. Calentar la miel en un cazo a fuego suave y cuando entre en ebullición, añadir el azúcar. Remover continuamente con una cuchara de madera hasta conseguir que el azúcar se haga caramelo. Añadir las almendras poco a poco con el fin de que no se corte la ebullición. Mezclar bien y retirar del fuego. Extender las almendras sobre una superficie lisa y aplanar ayudados de un rodillo. Espolvorear las bolitas de anís y dejar enfriar. Cortar al gusto.







 










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